Youssef M. Ouled (Alhoceima, 1993) es periodista y colaborador en diferentes medios de comunicación e investigador sobre racismo. Coordina diferentes proyectos en organizaciones sociales que analizan el impacto del racismo en los derechos y libertades de personas migrantes y racializadas. Ha desarrollado varias investigaciones sobre el racismo de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. También es activista y conferenciante sobre racismo e islamofobia.
A una semana de los pogromos racistas sucedidos en Torre Pacheco (Región de Murcia), marcado por la agenda reaccionaria, Ouled responde por escrito sobre el contexto social, político e histórico en el que se producen estos linchamientos, el rol del fascismo como agitador de la violencia racista, los intereses que alentan el racismo, las condiciones de vida de la clase obrera migrante, la función de los medios de comunicación y la policía, la criminalización y la lucha contra el racismo.
¿Bajo qué contexto social y político suceden “cacerías” como la de Torre Pacheco en el Estado español?
Suceden bajo un contexto de genocidio en Palestina. Quienes están muriendo en esa masacre ejecutada por Israel y los EE.UU. con el apoyo explícito de la UE, son personas musulmanas o así leídas. Son lo que en el Estado español se ha conceptualizado como moros. Un moro es todo aquel que viene de países con una mayoría musulmana y han sido racializados aquí, en este país, como las personas con “la religión equivocada” porque son inferiores. Esta premisa racial justificó su masacre hace cinco siglos y su expulsión definitiva en el XVII.
Por qué es importante mencionar esto, porque el imperialismo y el colonialismo se han sostenido sobre categorías raciales fundamentales para justificar invasiones militares, expolio colonial y políticas eugenésicas, algunas de las cuales han permanecido inmutables hasta nuestros días. Los gritos de “España es cristiana y no musulmana”, “muerte al invasor moro” que hemos escuchado en Torre Pacheco son narrativas que se han sostenido todos estos siglos.
“Quienes están muriendo en esa masacre ejecutada por Israel y los EE.UU. con el apoyo explícito de la UE, son personas musulmanas o así leídas. Son lo que en el Estado español se ha conceptualizado como moros”.
Y, por supuesto, ahí las instituciones del Estado juegan un rol fundamental. El racismo institucional ha dado legalidad a la jerarquización racial a través de una política migratoria que masacra a la población proveniente de las excolonias europeas, a través de una Ley de Extranjería que da sentido a la división racial del trabajo, mediante la organización y justificación de redadas raciales por parte de las Fuerzas del Orden… Este es el contexto. Esto no va solo de ultraderecha.
¿Cómo explicas la movilización y el papel de los grupos fascistas y los partidos de extrema derecha institucionales en estas agresiones racistas?
Hay una ola ultraderechista que recorre Europa y Occidente. Pero como dijo Cesaire, nada da más sentido a este fascismo que el colonialismo y el racismo. Cuando el nazismo arrasó el corazón de Europa, el colonialismo lo había hecho durante décadas de una forma más brutal todavía en el corazón de África. El golpe de Estado contra la II República no habría sido posible sin el colonialismo que el Reino de España ejecutó contra el pueblo rifeño. Ese colonialismo permitió a muchos de los generales que luego se sublevaron ascender y, poner a prueba toda serie de tácticas y estrategias contra el pueblo rifeño. De hecho, mi pueblo, sufrió hace exactamente un siglo bombardeos químicos por parte de España porque la resistencia anticolonial había expulsado al colono español y creado la República Independiente del Rif. República que aplastaron gaseando a la población civil. Un bombardeo que a día de hoy sigue causando estragos puesto que la mayoría de los casos de cáncer de Marruecos se localizan en el Rif. Con esto quiero decir que cuando se permite que se pueda expoliar y masacrar pueblos del sur global, después no nos podemos sorprender cuando esta violencia vuelve a casa.
“Cuando el nazismo arrasó el corazón de Europa, el colonialismo lo había hecho durante décadas de una forma más brutal todavía en el corazón de África”.
El racismo opera igual, la ultraderecha dice de forma abrupta y ruidosa lo que el racismo de Estado ya hace. Piden deportaciones masivas, pero es que el Estado español fleta todos los meses aviones donde expulsa a números personas simplemente por una falta administrativa: no tener papeles. La socialdemocracia española ha jugado un rol fundamental en la visibilización de la ultraderecha. Creyó que la única forma de hacer daño a la derecha española era dándole alas a los ultras para luego asustarnos con el monstruo, y la derecha creyó que la mejor forma de competir (que no combatir) a la ultraderecha, es mimetizarse con ella. El bipartidismo es el principal responsable del auge de la ultraderecha. No obstante, el racismo institucional ya estaba ahí mucho antes, y nadie, ninguna formación, tampoco la izquierda institucional, ha hecho nada por acabar con ello.
Desde tu punto de vista, ¿qué intereses se esconden detrás de estos discursos y la difusión de bulos que han desatado el terror entre la población magrebí?
La ultraderecha está probando su capacidad de movilización en comparación a otros países donde ha sucedido estos pogromos durante estos últimos meses. Pero también están asentando lo que debe ser el debate social, hemos estado una semana hablando sobre si la inmigración conlleva delincuencia. Han establecido el marco mediático y político durante toda una semana. Y lo peor es que este ha sido un debate que no ha contado con las personas migrantes ni racializadas.
La población migrante y racializada lleva décadas viviendo en localidades como Torre Pacheco. ¿En qué condiciones se encuentra este sector de la clase obrera? ¿Cómo y por qué ha estallado toda esta violencia contra ella?
No creo que la violencia haya estallado ahora. Quizá sí la violencia explícita que implica organizar un pogromo como el que hemos visto, pero la población migrante y racializada de Torre Pacheco como de otros muchos municipios similares, llevan años denunciando sin que se les hago ningún caso las barreras y abusos racistas que padecen. ¿Acaso lo que sucede en los campos agrícolas no es violento? La explotación infrahumana de personas en situación administrativa irregular, los abusos sexuales a las jornaleras, a las trabajadoras de Hogar y Cuidados, los impedimentos que les ponen para acceder a empadronarse, que tengan que residir en infraviviendas o en los márgenes… Lo de la convivencia pacífica es un relato que nos quieren vender para ubicar como causa de todo esto a la ultraderecha y a unos inmigrantes malos que han dado una paliza a un señor, pero no hay convivencia pacífica en un sistema capitalista y racial, el cual basa su racionalidad en una desigualdad de raza, clase y género.
“El racismo institucional ya estaba ahí mucho antes, y nadie, ninguna formación, tampoco la izquierda institucional, ha hecho nada por acabar con ello”.
¿Cómo afecta a la juventud de origen magrebí que ha nacido o crecido en el Estado español el sentirse señalada y marginada en sus propios pueblos y barrios?
Llevo casi una década investigando la perfilación racial por parte de las Fuerzas del orden y me he encontrado todo tipo de testimonios, entre ellos los de jóvenes españoles, pero no blancos que sufren por primera vez estos controles raciales. Algunos de ellos siendo menores de edad. Esos chavales habían dejado de sentirse parte, se habían dado cuenta que son el enemigo, el sospechoso perpetuo porque un agente los había parado por lo que son, por su negritud, por sus pieles marrones, por su apariencia musulmana. Estas prácticas no solo generan señalamiento, también disciplinamiento social y racial, segregan, impiden la articulación social y, por supuesto, criminalizan. El sistema necesita construir población sospechosa porque, por un lado, genera la creencia de la seguridad en la población blanca, por otro lado, da sentido al rol de las fuerzas del orden en el mantenimiento de lo que el Estado define como seguridad.
¿Qué papel desempeñan los medios de comunicación y las redes sociales en la vehiculación de la desinformación y el racismo?
Deokupa no sería nada sin programas como el de Ana Rosa o Susana Griso, tampoco Frente Obrero. No somos ingenuos, sabemos que hay intereses económicos detrás, que la proliferación de empresas criminales de desokupación se dio cuando más articulación había por el derecho a una vivienda y contra los desahucios. De la misma forma que cuanta más fuerza cobra el antirracismo, más presencia de postulados racistas ubicamos en los medios. Algo que también pasa y ha pasado con el feminismo. Los medios de comunicación hegemónicos son indispensables para el mantenimiento del racismo institucional, por ejemplo, dando prioridad a la versión oficial en la denuncia de agresiones o asesinatos policiales racistas, pero silenciando las voces afectadas o hablando del racismo en los EE. UU., pero no del que se produce a diario en nuestros barrios.
¿Cómo valoras la actuación de las instituciones y los cuerpos policiales?
Quienes llevamos tiempo haciendo militancia y confrontando al poder en las calles sabemos que las Fuerzas del Orden actúan diferentes cuando somos nosotros los que protestamos que cuando lo es la ultraderecha. El ejemplo más llamativo es no solo el de la permisividad y el colegueo que hemos visto estos días en Torre Pacheco, están las detenciones y arrestos. Ha habido más detenciones en las huelgas del metal que contra quienes han organizado una cacería racial. Esto no solo refleja la connivencia de las autoridades con el racismo, sino la pervivencia del franquismo en las cúpulas policiales.
Estos días también hemos escuchado a todas las formaciones políticas institucionales pedir más presencia policial, pero no necesitamos más policías, necesitamos más conciencia y organización antirracista. Aquí no hay dos bandos en igualdad de condiciones a los que hay que separar para que no haya violencia, hay organizaciones abiertamente racistas y neonazis llamando a “matar al moro”, la autodefensa está más que legitimada. Que la policía se presente allí para repartir palos por igual desdibuja esto. La policía no puede suponer bajo ningún concepto una solución mágica a un racismo que es estructural y del que toma parte.
¿Cómo se instrumentalizan y falsifican hechos puntuales como la agresión al anciano de Torre Pacheco para justificar la criminalización colectiva de un grupo social entero? ¿Existe una predisposición a creer determinados relatos?
El Estado moderno español se ha construido sobre pogromos amparados en pretextos raciales. La población gitana de este país lo sabe. Este no es el primer pogromo que se produce, han sido una constante, está el de El Ejido hace 25 años contra población magrebí, el de Peal de Becerro (Jaén) en 2022 y en Martos (Jaén) hace 40 años, ambos contra el pueblo gitano, el mismo sobre el que se organizó un pogromo sistematizado e institucionalizado en el año 1749, en la conocida como Gran Redada liderada por el Marqués de la Ensenada. El funcionamiento es siempre el mismo, el racismo construye la premisa de que las personas no blancas no existen en su individualidad, son una masa homogénea, y por eso lo que hace uno, lo hacen todos. Y esta premisa ha servido para legitimar y justificar asesinatos, palizas, quema de vehículos, viviendas y comercios en nombre de la “justicia”.
“El Estado moderno español se ha construido sobre pogromos amparados en pretextos raciales. La población gitana de este país lo sabe”.
La predisposición a creer en estos relatos se ha abonado durante siglos de estigmatización y criminalización racial. Se expulsó a la población musulmana porque eran inasimilables, se persiguió al pueblo gitano para su exterminio porque era inasimilable y se fletan todos los meses de manera normalizada vuelos de deportación porque la población de las excolonias es inferior. Lo que ha sucedido en Torre Pacheco no es un hecho aislado, es la constatación de que prevalece un acervo basado en la supremacía blanca.
¿Qué tipo de medidas deberían adoptar los movimientos políticos y sociales para hacer frente al auge del racismo y garantizar la solidaridad entre la clase obrera, independientemente de su origen?
Desde luego no puede ser que la forma de luchar contra el racismo sea hablar de xenofobia, como se hace constantemente. Xenofobia es lo que puede sufrir turista alemán y blanco que viene a disfrutar de la explotación hostelera de cualquier persona obrera, pero lo que sufrimos las personas no blancas y racializadas es racismo. Es importante nombrar las cosas por su nombre y al racismo como sistema. El racismo no es solo una ideología, es materialidad, es pobreza, es explotación, es segregación, violencia policial y muerte. El racismo es fundamental para el mantenimiento del capitalismo, y no es solo un concepto del que nos debemos acordar cuando ya es inevitable.
Tampoco puede ser que la argumentación contra la ultraderecha sea que la inmigración es fundamental para el motor económico español. Es demoledor ver a personas de izquierda reduciendo a seres humanos a su capacidad productiva por encima de sus derechos inalienables. Estos postulados no solo son racistas, no son anticapitalistas.
“Es demoledor ver a personas de izquierda reduciendo a seres humanos a su capacidad productiva por encima de sus derechos inalienables. Estos postulados no solo son racistas, no son anticapitalistas”.
La organización contra el racismo ha de partir y estar liderada por quienes son objeto del sistema racial, personas migrantes y racializadas en la inferioridad humana, poniendo sus reivindicaciones y demandas sobre la mesa y, por supuesto, confrontando al Estado español con su historia, esto es fundamental para desmantelar la supremacía blanca y es importante que toda la clase obrera lo entienda.