Indonesia enfrenta desde finales de agosto una ola de protestas de gran envergadura que ha puesto en serios aprietos al gobierno del presidente Prabowo Subianto. Las manifestaciones, originadas por el descontento hacia el aumento de subsidios y salarios para los legisladores en contraposición con las difíciles condiciones laborales de la población trabajadora, alcanzaron un punto crítico tras la muerte de un conductor de moto de plataforma atropellado por un vehículo policial.
En respuesta, cientos de manifestantes incendiaron los edificios parlamentarios regionales, incluyendo el del parlamento de Makassar, la capital de la provincia de Sulawesi del Sur, donde al menos tres personas murieron y cinco resultaron heridas. También han incendiado la residencia del ministro de finanzas.
Las protestas, a las que se han sumado los sindicatos, comenzaron inicialmente en la capital, Yakarta, extendiéndose rápidamente a otros grandes núcleos urbanos como Bandung, Surabaya, Medan y la propia Makassar. Además del incendio que causó víctimas fatales, se reportaron diversos acciones directas contra oficinas gubernamentales y vehículos policiales.

Las fuerzas policiales recurrieron a gases lacrimógenos y cañones de agua para dispersar a los manifestantes, que respondían con lanzamiento de piedras y cócteles molotov, dejando una situación de alta tensión en varias regiones del país del Sudeste Asiático.
Como consecuencia, el presidente Prabowo ha tenido que cancelar una visita oficial a China con motivo de la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghai, donde tenía previsto participar en el desfile militar. Debido a la enorme presión ejercida por el proletariado indonesio, Prabowo ha tenido que declarar que "se investigará exhaustivamente la muerte del conductor de moto" y anunció el arresto de siete policías involucrados en el incidente. Asimismo, alertó sobre "la necesidad de tomar medidas firmes contra las acciones violentas", calificando algunos actos como "traición" y "terrorismo", ante los cuales ha ordenado la actuación coordinada de policía y fuerzas militares.
Los privilegios de los políticos profesionales prenden la mecha
La controversia también ha involucrado a la clase política, debido a la revelación de un aumento en los subsidios mensuales para los miembros del parlamento, que llegaron a ser diez veces superiores al salario mínimo de Yakarta. Esta medida fue uno de los detonantes que avivó la indignación social y que ha mantenido la intensidad de la protesta hasta el momento, sin que se hayan materializado aún cambios en la política de subsidios.
Mientras tanto, embajadas extranjeras han advertido a sus ciudadanos que eviten las áreas donde se concentran las manifestaciones, y los analistas señalan que, pese a que en la capital del país se ha registrado un descenso en las protestas durante el fin de semana, el malestar social en Indonesia podría persistir mientras no se respondan las demandas sociales que reclaman reformas económicas, políticas y el fin de la represión policial.