Galardonados con el premio Nobel exigen a la ONU "líneas rojas globales" para la IA antes de 2026
Una coalición de 200 expertos reclama "regulaciones vinculantes" que prohíban usos peligrosos de la inteligencia artificial para evitar "riesgos irreversibles".

Más de 200 figuras destacadas, incluidos 10 premios Nobel de distintas disciplinas, investigadores de inteligencia artificial y exlíderes políticos, difundieron una carta urgente durante la Semana de Alto Nivel en la Asamblea General de la ONU. Según recoge Euronews, la Nobel de la Paz Maria Ressa subrayó la necesidad de establecer “líneas rojas claras y verificables” antes del final de 2026 para afrontar “peligros sin precedentes” que la IA puede generar. Entre los firmantes aparecen figuras como Geoffrey Hinton, Yoshua Bengio, Mary Robinson y Juan Manuel Santos, quienes llaman a "definir límites internacionales que regulen el uso nacional de la IA".
La carta advierte que las tecnologías actuales tienen el potencial de superar rápidamente las capacidades humanas y multiplicar riesgos extendidos como pandemias diseñadas, desinformación masiva, manipulación y violaciones sistemáticas de derechos humanos, así como pérdida de control humano sobre sistemas. Si bien no propone restricciones específicas, sugiere prohibir armas autónomas letales, replicación autónoma de IA y uso en conflictos nucleares. Además, llama a crear organismos internacionales de supervisión con capacidad vinculante para garantizar el cumplimiento de las eventuales normas.
El documento, sin embargo, se desliza en mitad de la falta de consenso político, particularmente frente a la oposición del gobierno estadounidense, que ha solido rechazar propuestas de regulaciones internacionales de este tipo como “cargas burocráticas” y reclama la "soberanía nacional" en la gobernanza tecnológica. Pese a ello, la amplitud del apoyo global señala una creciente preocupación de la urgencia y naturaleza integral de los riesgos que plantea la inteligencia artificial avanzada en distintas esferas.
El llamado incluye la advertencia de que, sin regulación, los efectos nocivos podrían ser "irreversibles", afectando desde la salud mental hasta la estabilidad política internacional. Ante la rápida evolución tecnológica y la difusión global de estas herramientas, la iniciativa pretende poner sobre la agenda internacional "la obligación moral y práctica de actuar con transparencia, prevención y control antes de que el desarrollo actual impida la capacidad de revertir daños a escala planetaria".