La privación crónica afecta ya a más del doble de hogares que en 2017
El informe FOESSA muestra un incremento del 52% de hogares en exclusión severa desde 2007 y un 34,6% de pobreza infantil en el Estado español.
El último informe FOESSA constata una erosión progresiva de las condiciones de vida en el Estado español, donde la anunciada "recuperación económica" contrasta con la realidad concreta, donde se está dando un empobrecimiento neto de la población. La exclusión social afecta a 9,4 millones de personas (casi un 20% de la población), una cifra que, pese a las "mejoras" aparentes, supera ya en 2 millones a la registrada en 2007. Dentro de este grupo, la situación más extrema, la exclusión severa, alcanza a 4,3 millones de personas, lo que supone un incremento del 52% respecto a 2007 y afecta al 8% de los hogares y al 9% de la población, configurando lo que el estudio denomina la "auténtica fractura social".
La pobreza mantiene una incidencia notablemente superior a la media europea. La tasa AROPE (indicador que combina renta posibilidad de consumo y empleo para determinar el riesgo de pobreza) se sitúa en el 27% de la población, seis puntos por encima del promedio de la UE (21%). Esta brecha se amplía de forma alarmante en el caso de la pobreza infantil, que en el Estado español alcanza al 34,6% de los menores, frente al 24,2% de la UE. Además, el informe subraya la cronificación del problema, ya que el número de hogares en privación crónica se ha más que duplicado desde 2017, y un 8% de la población sufre pobreza consistente, combinando baja renta y privación material.
El mercado laboral ha perdido la llamada "capacidad protectora" y se evidencia una intensa polarización social. Casi la mitad de la población activa se ve afectada por la precariedad laboral, un fenómeno que se ha normalizado. En este sentido, el Estado español presenta el Índice de Calidad del Empleo (JQI) más bajo de la UE-27, con un valor de 37,7, un 26% inferior a la media europea (51,6), especialmente en la dimensión de estabilidad laboral.
La crisis se ve agravada por nuevos vectores de exclusión, como la vivienda, que se ha convertido en una de las tres principales preocupaciones de los habitantes. La imposibilidad de acceso a una vivienda, en un contexto récord de viviendas desocupadas con sesgo especulativo, impacta directamente en la emancipación juvenil: el 64,9% de los jóvenes de 25 a 34 años con empleo sigue viviendo con sus progenitores. Paralelamente, el modelo de "desarrollo" muestra una insostenibilidad ecológica crítica, con una huella ecológica que supera en 2,5 veces la biocapacidad media mundial, con un importante desbalance hacia los más adinerados, que emiten 55 veces más CO2 que el ciudadano medio.