Protestas masivas en Bulgaria obligan al Gobierno a retirar su controvertido plan de recortes
Con al menos 50.000 participantes, las manifestaciones han sido las más grandes en años. El plan congelaba el gasto social y recogía ayudas para grandes empresas.
En las calles de Sofia y ciudades como Plovdiv, Varna y Burgas, decenas de miles de búlgaros, muchos de ellos jóvenes de la llamada "Generación Z" han demostrado que la movilización puede acabar tumbando una medida de recortes sociales. El gobierno de coalición minoritaria liderado por el primer ministro Rosen Zhelyazkov anunció este martes la retirada total del controvertido borrador presupuestario para 2026, apenas un día después de las manifestaciones más grandes en la capital en años, con al menos 50.000 participantes según organizadores y la Radio Nacional Búlgara (BNR).
Este plan, el primero redactado en euros ante la adhesión a la Eurozona el 1 de enero, proponía subidas en contribuciones de seguridad social y la congelación del gasto social. También se incluían destinar más fondos a deuda y subsidios a grandes empresas, medidas criticadas como un velo para encubrir desvíos millonarios y favoritismos a aliados políticos como el magnate Delyan Peevski del DPS. La movilización, impulsada por coaliciones opositoras y sindicatos, no solo paralizó el centro de Sofia, sino que expuso la desconexión de un ejecutivo formado en enero de 2025 tras unas elecciones sin mayorías claras, perpetuando un ciclo de gobiernos efímeros desde las protestas anticorrupción de 2020.
La victoria de la calle llega tras un vaivén gubernamental que avivó la indignación: inicialmente, Zhelyazkov prometió retirar el borrador para consultas con sindicatos y oposición, solo para retractarse días después, lo que detonó las protestas del lunes. En Sofia, la plaza frente al parlamento se llenó de pancartas con lemas como "Bulgaria joven sin mafia", mientras los manifestantes exigían no solo la revisión presupuestaria, sino la dimisión inmediata de Zhelyazkov. En regiones como Blagoevgrad y Burgas, las manifestaciones subrayaron el hartazgo generalizado por la corrupción y la oposición a la más que esperable inflación tras la incorporación oficial del país a la Eurozona, siendo uno de los países más pobres de Europa oriental.
El abandono del plan, aprobado en primera lectura por un comité parlamentario el 18 de noviembre, marca un revés humillante para el Gobierno. Opositores y analistas coinciden en que esta derogación forzada no resuelve la crisis estructural: con un 50% de la población recelosa del euro por miedo a una 'superinflación', el nuevo procedimiento presupuestario, que podría extender el actual de 2025, debe abordar no solo recortes, sino la impunidad de redes clientelares ligadas al Gobierno, que han paralizado reformas desde 2020. Mientras tanto, el viceprimer ministro Ivan Krastev advierte ya de "riesgos" para poder pagar subsidios a personas vulnerables "si no hay acuerdo pronto".