La Unión Europea está reorientando su política de gasto. Este martes anunciaba el nuevo objetivo de destinar hasta un tercio de su presupuesto común de 392.000 millones de euros entre 2021 y 2027 a proyectos relacionados con la defensa y la seguridad. Estos fondos de cohesión, que anteriormente decían que estaban destinados a “reducir la desigualdad económica entre los países miembros”, han resultado ser presupuestos de un claro calado militarista. Gracias a ellos, se permitirá una mayor flexibilidad para financiar la industria de defensa y proyectos de movilidad militar, como el refuerzo de infraestructuras clave para el paso seguro de tanques. Aunque los fondos no podrán ser usados para inportar armas directamente, sí se permitirá el impulso a la producción de equipos de uso dual, como drones.
El cambio de política será particularmente relevante para países en la frontera este de la UE, como Polonia y los Estados bálticos, que han aumentado su gasto militar desde el inicio de la guerra de Ucrania a gran escala en 2022. Estos países han presionado para que la Comisión Europea amplíe el uso de los fondos de cohesión en defensa, especialmente en proyectos de movilidad militar, que son costosos pero estratégicos. Además, algunos países de la UE, como Alemania, ven en esta modificación una alternativa a la emisión de deuda conjunta o la asignación de más fondos a nivel europeo, favoreciendo el uso de los fondos existentes para reforzar la defensa.
Este cambio de enfoque, que se iniciará con los fondos disponibles hasta 2027, prepara el terreno para un presupuesto de la UE más centrado en los ejércitos en el próximo ciclo presupuestario de 2028. Las discusiones sobre esta transición se intensificarán el próximo año, y algunos informes sugieren que hasta el 20% de los fondos del nuevo presupuesto deberían estar destinados a la defensa, especialmente para aquellos países con un alto gasto en seguridad, como Estonia. Sin embargo, los gobiernos regionales tienen opiniones mixtas sobre este cambio.