El Estado español conmemoró este 25 de noviembre el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, con manifestaciones multitudinarias en diversas ciudades, marcadas por el recuerdo de las 41 mujeres asesinadas en 2024 y las más de 1.200 víctimas registradas desde 2003. La jornada estuvo ensombrecida por dos recientes feminicidios ocurridos el fin de semana: el de María, de 46 años, en Estepa (Sevilla), y el de Chloe, de 15 años, en Orihuela (Alacant).
En Madrid, epicentro de las mayores movilizaciones, el movimiento feminista marchó en dos convocatorias separadas. Por un lado, desde Cibeles partió una marcha promovida por colectivos críticos con la ley trans y abolicionistas de la prostitución, con la participación de figuras como la ministra Ana Redondo. Por otro lado, desde Atocha, la Comisión 8M lideró una manifestación transinclusiva, con la asistencia de dirigentes de Unidas Podemos. Ambas coincidieron en la necesidad de erradicar la violencia machista, aunque las tensiones políticas y las diferencias sobre políticas de igualdad han generado divisiones que persisten desde hace años.
En otras ciudades como Málaga, Sevilla o Valladolid, las protestas mostraron enfoques locales pero un mensaje común: denunciar la violencia machista y exigir más recursos al Gobierno español para combatirla. En Málaga, la Plataforma Violencia Cero convocó una marcha unitaria, mientras que en Sevilla las manifestaciones reflejaron, una vez más, la división interna del feminismo. También hubo reclamos sectoriales, como los de las trabajadoras de los servicios de atención a víctimas en Madrid, que denunciaron la precariedad laboral que enfrentan. En Bilbao y en Barcelona también hubo sendas manifestaciones, con sus enfoques nacionales particulares.