En un discurso televisado de diez minutos este jueves, el presidente de la República francesa Emmanuel Macron rechazó tajantemente la posibilidad de dimitir, pese a la grave crisis política que atraviesa el hexágono. El mandatario, cuyo mandato culmina en 2027, atribuyó la caída del gobierno de Michel Barnier a un “frente antirrepublicano” compuesto por la izquierda y la extrema derecha, acusándolos de “buscar desestabilizar al país para precipitar elecciones anticipadas”. Según un sondeo de Toluna-Harris Interactive, el 64% de los franceses desea la renuncia de Macron, pero el presidente se aferra a su legitimidad electoral y a su mandato, prometiendo “medidas para evitar un vacío de poder y resolver el bloqueo presupuestario”.
Macron anunció así la “inminente” designación de un nuevo primer ministro y la presentación de una “ley especial” antes de mediados de diciembre, diseñada para “mantener la funcionalidad del Estado en ausencia de un presupuesto aprobado para 2024”. Esta medida, aunque “técnica”, es vista como un recurso para evitar el colapso institucional mientras el Parlamento trabaja en un nuevo presupuesto. Las tensiones políticas son evidentes: mientras La Francia Insumisa (LFI) y el Reagrupamiento Nacional (RN) amenazan con vetar futuros gobiernos que no se alineen con sus posiciones, figuras como Marine Le Pen han sugerido que apoyarán la ley especial. Sin embargo, analistas y editoriales como Le Figaro y L’Opinion cuestionan la capacidad de Macron para gestionar la fractura política y el descontento social.
La designación del próximo jefe de gobierno también genera divisiones en las filas macronistas. Aunque Sébastien Lecornu, actual ministro de Defensa, emerge como favorito, su elección suscita resistencias internas, mientras que François Bayrou, líder del MoDem, aparece como una alternativa conciliadora. La incertidumbre sobre el liderazgo, combinada con la falta de consenso parlamentario y las críticas a la gestión pasada, plantea un panorama de turbulencias prolongadas. “Macron, ante un campo de ruinas”, resumió el rotativo L’Opinion, reflejando el escepticismo sobre una salida clara a la crisis política más grave en décadas.