El Estado de Israel ha lanzado más de 400 ataques aéreos en Siria durante los últimos días, en el marco de la “Operación Flecha de Bashan”, según informó el ejército israelí y medios como Maariv y Al Mayadeen. Las ofensivas han destruido hasta un 80% de las capacidades militares sirias, incluidos sistemas de defensa aérea, bases aéreas y depósitos de armas estratégicas en ciudades clave como Damasco, Homs, Latakia y Tartus. Entre los objetivos también figuran puertos como Latakia y Al-Bayda, donde se destruyeron barcos con misiles “mar-mar” y otras armas almacenadas.
El gobierno de Netanyahu ha declarado además como “zona defensiva estéril” una región de los Altos del Golán, un territorio rico en recursos naturales y estratégicamente disputado, consolidando su control en esta área clave. Durante una visita a una base militar, el ministro de Defensa, Israel Katz, felicitó a las fuerzas armadas israelíes por la operación y confirmó que “el objetivo es neutralizar cualquier amenaza procedente de Siria”. Los bombardeos, no obstante, se han cuidado de no interferir con las bases militares rusas en Jmeimim y Tartus, donde Moscú mantiene su presencia desde 2017 bajo acuerdos bilaterales con la República Árabe Siria.
El portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, ha advertido de que la situación sigue siendo “prematura” y que Rusia “mantendrá contactos con las fuerzas que puedan garantizar la seguridad en Siria”. Mientras el Estado Israel justifica los ataques como medidas defensivas, críticos señalan que el país estaría aprovechando la caída de la República Árabe Siria para reforzar su influencia en la región, en particular en los Altos del Golán, cuya anexión no ha sido reconocida por la mayoría de los estados del mundo.