El presidente Emmanuel Macron ha nombrado este viernes a François Bayrou, líder del partido de centroderecha Movimiento Democrático (MoDem), como nuevo primer ministro del gobierno francés. Bayrou, un veterano político profesional de 73 años, deberá formar un Ejecutivo que equilibre las tensiones en un Parlamento profundamente dividido tras las elecciones legislativas de julio. Su nombramiento busca contener la crisis política, aprobar la nueva ley de presupuestos y evitar nuevas mociones de censura, como la que acabó con el Ejecutivo anterior, liderado por Michel Barnier, en apenas tres meses de su nombramiento.
La situación refleja difícil equilibrio del mandato de Macron, quien ha fracturado la alianza de izquierdas del Nuevo Frente Popular, al extender una oferta a el PSF y los ecologistas. Mientras tanto, tanto la Agrupación Nacional de Marine Le Pen como La Francia Insumisa (LFI) de Jean-Luc Mélenchon se preparan para desafiar al nuevo Ejecutivo, con amenazas de nuevas mociones antes de finales de marzo. La falta de una mayoría clara en la Asamblea Nacional convierte a Bayrou en una visagra, aunque la estabilidad de su Gobierno es incierta en un país que ha visto desfilar cuatro primeros ministros en lo que va de año.
El nombramiento supone un punto de apoyo para Macron, pero muy temporal. La imagen del mandatario francés se ha visto deteriorada últimamente por su inestabilidad interior. En estos momentos, el Estado francés opera con una ley de presupuestos prorrogada que amenaza con disparar aún más el déficit. La fragmentación del Parlamento en tres bloques —el Nuevo Frente Popular (182 escaños), el bloque presidencial (168) y la ultraderecha del Reagrupamiento Nacional (143)— ha colocado a Le Pen en una posición de árbitro político, y ha configurado las fuerzas políticas de tal forma que no está previsto por el sistema político que establece la Constitución de 1958. Bayrou, con su perfil centrista y negociador, intentará evitar que el Gobierno y el Estado sigan al borde del caos político.