El canciller alemán Olaf Scholz se enfrenta este lunes a una moción de confianza en el Bundestag, una votación que se prevé perdida, pero que el propio Scholz espera que sea el primer paso para convocar elecciones anticipadas. Tras haber terminado su coalición de gobierno el mes pasado, tras la destitución de su ministro de Finanzas, Christian Lindner, el canciller del SPD busca disolver el parlamento como parte de un proceso constitucional que permita a Alemania enfrentar unos nuevos comicios. La crisis política comenzó con los desacuerdos sobre el presupuesto y la creciente incertidumbre económica que afecta a la economía alemana.
La moción de confianza, contemplada en la constitución alemana, es un mecanismo previsto para evitar inestabilidad política, especialmente después de las turbulencias vividas durante la República de Weimar. Esta fórmula, que solo el canciller puede solicitar, permite disolver el parlamento y convocar elecciones anticipadas. Desde su adopción en 1949, solo en cinco ocasiones se ha utilizado, siendo tres de ellas elecciones anticipadas. Sin embargo, no siempre ha sido un proceso exitoso: aunque los cancilleres Willy Brandt y Helmut Kohl ganaron en los comicios posteriores, Gerhard Schröder fue derrotado por Angela Merkel en 2005.
Un factor inusual en esta ocasión es la postura de algunos miembros del partido ultraderechista AfD, quienes planean votar a favor de Scholz, con la intención de retrasar las elecciones y evitar la victoria del candidato del CDU, Friedrich Merz. Merz, que lidera las encuestas, es partidario de enviar misiles de largo alcance a Ucrania, lo que ha generado una oposición dentro del AfD. Una vez que se pierda la moción de confianza, el presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier, podrá confirmar la fecha para las elecciones anticipadas, previstas para el 23 de febrero, iniciando así la campaña electoral en un contexto de creciente desconfianza hacia la actual coalición y preocupaciones económicas por una crisis industrial sin precedentes.