Nicolás Maduro ha jurado este viernes su cargo como presidente de la República Bolivariana de Venezuela ante la Asamblea Nacional, renovando su mandato por tercera vez. La ceremonia, respaldada por altos funcionarios del chavismo y miembros del Ejército, se ha realizado en medio de acusaciones de “fraude electoral” por parte de la oposición y reconocimiento internacional desigual, aunque la mayoría de países del mundo han adoptado una postura más bien neutral al respecto. “Lo juro por mi vida”, ha declarado Maduro al asumir el cargo, subrayando que su juramentación “respeta la Constitución venezolana”.
Las elecciones presidenciales del 28 de julio, en las que Maduro fue declarado vencedor con el 51,95% de los votos según el Consejo Nacional Electoral controlado por el chavismo, han sido objeto de controversia. La oposición asegura que más de 7,4 millones de venezolanos habrían votado por el candidato opositor Edmundo González Urrutia, sin embargo, se limitaron a hacer públicas las actas. Los chavistas, en cambio, entregaron sus actas en el Tribunal Superior de Justicia de Venezuela, que las aprobó.
González, quien prometió regresar a Venezuela para asumir la presidencia este 10 de enero, se encuentra actualmente en paradero desconocido y tampoco precisa si regresará finalmente. Por el momento, afirma custodiar actas que probarían su victoria.
La Plataforma Unitaria Democrática (PUD), principal coalición opositora, califica la toma de posesión de Maduro como “un golpe de Estado” y anuncia una “nueva fase en la lucha por la democracia”. Mientras tanto, la líder opositora María Corina Machado ha salido de la clandestinidad y ha aparecido en las protestas. Su equipo denunció que habría sido retenida por la policía venezolana, hechos que no se han podido corroborar. Después de la toma de posesión de Maduro, ha prometido continuar con las movilizaciones, que por el momento no parece que estén desbordando las calles de Caracas.
Los estados del mundo se encuentran divididos sobre la cuestión. La Unión Europea y Estados Unidos han rechazado la legitimidad del mandato de Maduro, imponiendo nuevas sanciones contra figuras clave de su administración. Por su parte, aliados como Rusia, China e Irán han expresado su apoyo al mandatario. Países como México, Brasil y Colombia, con presidencias de izquierdas, han optado por enviar solo a sus embajadores a la ceremonia, reflejando una postura intermedia frente a la crisis venezolana.
El panorama político en Venezuela sigue siendo incierto, con una profunda polarización y tensiones crecientes. Con elecciones generales previstas para finales de 2025, el chavismo buscará consolidar su poder, mientras la oposición evalúa estrategias para mantener su relevancia.