La policía de Austria detiene al periodista Richard Medhurst, bajo acusaciones de “vínculos con Hamas”

Medhurst denuncia que las fuerzas policiales y los servicios de inteligencia austríacos hicieron una redada en su casa y oficina, confiscando sus dispositivos; enfrenta posibles cargos que podrían acarrearle hasta 10 años de prisión.

El periodista Richard Medhurst.
Foto: Richard Medhurst

El periodista británico Richard Medhurst denunció este jueves en su cuenta de X que el pasado lunes fue detenido por la policía y los servicios de inteligencia de Austria. Según su declaración, las autoridades allanaron su casa y su oficina, confiscando todos los dispositivos electrónicos que encontraron. Medhurst aseguró que está siendo acusado de ser miembro de Hamas, organización de la Resistencia Palestina considerada “terrorista” por la Unión Europea, Estados Unidos y otros países Occidentales, y advirtió que enfrenta una posible condena de hasta 10 años de prisión.

“Me amenazaron con 10 años de cárcel. El periodismo no es un crimen”, escribió Medhurst en su publicación. Junto con la publicación, el periodista subió un vídeo en el que ofrece detalles sobre su detención. Según explica en el vídeo, las autoridades le habrían tendido “una trampa”, ya que días antes de la operación policial recibió una carta de la oficina de inmigración, en un principio, “para hacerle unas preguntas sobre su residencia”. Sin embargo, cuando Medhurst acudió a la cita, le comunicaron que estaban considerando “revocar su permiso de residencia por sus reportes sobre Palestina y Líbano”. Acto seguido, llegaron unos agentes de policía y lo detuvieron, bajo la acusación de “ser miembro de Hamas”.

Los agentes se llevaron a Medhurst, descendiente de sirios cristianos, a su domicilio y a su oficina, donde vio “cómo lo ponían todo patas arriba y se llevaban todos los dispositivos electrónicos”. Si bien reconoce que no le maltrataron en ningún momento, Medhurst recuerda que esta es la segunda vez que lo arrestan en pocos meses. La última vez, lo detuvieron durante casi 24 horas en Londres (Reino Unido), bajo la ley “antiterrorista”, y la semana pasada abrieron otra investigación contra él en el mismo país, por una causa similar.

El periodista relata cómo les preguntó a los agentes austríacos si las autoridades británicas les habían indicado algo al respecto, y que estos respondieron que no. Medhurst deduce que es “mentira”, y que esta última persecución está relacionada y “coordinada” con la causa que le han abierto en su país. Destaca que compañeros periodistas suyos informaban de que los servicios de inteligencia británicos extrajeron un dispositivo electrónico suyo que les habría costado desencriptar, y sospecha que es por ello que le habrían hecho una redada en Austria, donde reside actualmente.

Recuerda que los agentes austríacos le pidieron las contraseñas de sus dispositivos, a lo que Medhurst se negó rotundamente, recordándoles que es periodista y que tiene un código deontológico que le impide revelar sus fuentes. Aclara que “ninguna de ellas está comprometida”, pero que le han dejado sin herramientas y sin material de trabajo. “La lista de enseres que me han requisado tiene 90 páginas”, denuncia el periodista.

Después de la redada, la policía procedió con un interrogatorio en la comisaría, donde Medhurst se negó a declarar. Al ver que se negaba a ser interrogado, la policía prosiguió con su procedimiento protocolario: huellas dactilares, muestras de ADN, fotos y demás. 7-8 horas más tarde, lo liberaron.

Medhurst niega “categóricamente” todas las graves acusaciones que han vertido sobre él las autoridades austríacas y británicas: “Me investigan por ‘terrorismo’ en dos países. Me podría pasar 40 años en prisión en Reino Unido, entre 2 y 5 años más si no les doy las contraseñas de mis teléfonos móviles, y quizás otros 10 años en Austria con suspensión del permiso de residencia”. Todo ello, denuncia el periodista, “por hacer periodismo, por mi labor informativa”.

El reportero, conocido por sus coberturas sobre política internacional y conflictos en Oriente Medio, críticas hacia las intervenciones occidentales, denuncia que “esto es violencia de Estado”. Subraya que este caso no representa un simple ataque hacia él, sino “hacia la profesión periodística en su totalidad y la libertad de expresión”.