La IX Marcha Integral de La Desbandá ha llegado a su fin este 15 de febrero en Almería, tras diez días de recorrido desde Málaga. Organizada por la Asociación Sociocultural La Desbandá y el Club Senderista la Desbandá, la marcha sigue la ruta del trágico éxodo de 1937 en la Guerra Civil Española, cuando miles de civiles huyeron de la represión franquista. A pesar de los intentos de la Subdelegación del Gobierno español por modificar el itinerario, los caminantes han decidido desobedecer y completar el trayecto original, reafirmando su derecho a la memoria y a la visibilización de los crímenes del franquismo.
La última etapa, que conecta Vícar con Almería, estuvo marcada por la incertidumbre debido a restricciones impuestas por las autoridades por supuestos motivos de “seguridad”. Según indica La Marea, la organización del evento denunció que se trataba de un intento de invisibilización, ya que la carretera N-340, reconocida oficialmente como Lugar de Memoria Democrática, ha sido transitada sin problemas en ediciones anteriores. Finalmente, los participantes lograron han llegado a la capital almeriense, donde han rendido homenaje a las víctimas en el monumento de Mauthausen. “No podemos permitir que la memoria siga siendo silenciada”, declaró Rafael Morales, presidente de la asociación.
El acto final en Almería estuvo cargado de simbolismo y reivindicación. La marcha se consolida como una iniciativa clave en la lucha contra el olvido y el revisionismo histórico fascista. “Nos vemos en 2026”, anunciaron desde la organización, dejando claro que el compromiso con la memoria histórica sigue vivo.
La Desbandá fue el mayor éxodo de población civil durante la Guerra Civil Española. En febrero de 1937, entre 200.000 y 300.000 personas huyeron de Málaga hacia Almería por la carretera N-340, perseguidas por las tropas franquistas y bombardeadas por la aviación fascista italiana y la marina del bando nacional. Sin apenas recursos, las familias recorrieron más de 200 kilómetros a pie, sufriendo ataques constantes que dejaron miles de muertos. Este atroz crimen de guerra, aún poco conocido y reconocido en el Estado español, es el símbolo de la brutalalidad del fascismo, que se ensañó contra la población civil.