El aeropuerto Newark Liberty International, tercero en tráfico del área metropolitana de Nueva York, lleva al menos diez días consecutivos registrando importantes retrasos y cancelaciones, según la Administración Federal de Aviación (FAA) y el portal FlightAware.
Solo este martes se contabilizaron 377 vuelos demorados y 150 cancelados, con retrasos medios de hasta seis horas. La FAA atribuye la situación a una combinación de factores: falta crónica de personal, una huelga reciente en la torre de control, el cierre temporal de una pista por obras y fallos tecnológicos en sistemas obsoletos.
El secretario de Transporte, Sean Duffy, afirmó que “utilizamos disquetes. Usamos cables de cobre. El sistema que utilizamos no es eficaz para controlar el tráfico que tenemos hoy”, aunque aseguró que “es un sistema seguro”.
Según recoge El País, el déficit de personal ha sido reiteradamente denunciado por compañías aéreas y sindicatos. “El centro de control ha estado crónicamente falto de personal durante años”, declaró el CEO de United Airlines, Scott Kirby.
La aerolínea, una de las principales operadoras de Newark, canceló 35 vuelos y retrasó otros 232 el domingo, según datos de FlightAware.
El sindicato de controladores aéreos calcula que EE UU necesita incorporar al menos 3.000 nuevos profesionales para operar sin demoras.
Nick Daniels, presidente del sindicato, advirtió ante el Congreso que “la dotación de personal está en su punto más bajo en casi 30 años”. Según la FAA, solo el 70% de los puestos estaban cubiertos por controladores plenamente homologados en septiembre de 2023.
Los problemas tecnológicos han contribuido al colapso operativo. El pasado viernes, una nueva avería en los radares provocó 68 cancelaciones y más de 400 retrasos.
En una rueda de prensa, Duffy anunció la implantación de un nuevo sistema “de vanguardia” que podría tardar de tres a cuatro años en estar plenamente operativo.
Mientras tanto, la Asociación de Auxiliares de Vuelo CWA, que representa a 55.000 trabajadores, ha instado a las aerolíneas a reducir la programación de vuelos en Newark para evitar una mayor saturación.