La importancia de la herencia como vía de acceso a la vivienda y la riqueza se ha disparado en las economías capitalistas avanzadas, alcanzando niveles no vistos desde principios del siglo XX.
Según un reportaje de The Economist publicado en febrero de 2025, este año las herencias sumarán alrededor de seis billones de dólares, equivalentes al 10% del PIB de las principales potencias económicas, el doble que la media de mediados del siglo pasado.
En el Estado francés, el flujo anual de herencias se ha duplicado desde los años 60 y en Alemania casi se ha triplicado desde los 70. “Que un joven pueda permitirse comprar una casa y vivir con relativa comodidad viene determinado tanto de la riqueza heredada como de su propio éxito en el trabajo”, señala The Economist.
El auge de la herencia responde tanto al envejecimiento y la acumulación de capital en sociedades más acaudaladas como al encarecimiento de la vivienda y el estancamiento económico. Según The Economist, “el heredero típico no recibe un yate, sino una vivienda o el dinero de su venta”,
En Reino Unido, uno de cada seis nacidos en los años 60 heredará un patrimonio superior a diez años de salario medio de su generación; entre los nacidos en los 80, la proporción sube a uno de cada tres.
La desigualdad en la transmisión patrimonial es notable: un 20% de personas de entre 35 y 45 años heredará menos de 10.000 libras, mientras que un 25% recibirá más de 280.000.
El informe advierte que esta tendencia “está consolidando una estructura social donde el acceso a la vivienda y a una vida estable depende cada vez más del patrimonio familiar”.
The Economist plantea que la proliferación de la “heredocracia” puede generar “una clase rentista” y dejar atrás a quienes no acceden a la riqueza heredada.
Si la desigualdad patrimonial sigue aumentando, es muy probable que la transmisión hereditaria se convierta en la principal vía de acceso a la riqueza en las principales economías occidentales.