El último sábado de mayo, 200 civiles polacos —entre ellos adolescentes, adultos y familias— participaron en una jornada de instrucción militar en la base aérea naval de Gdynia, cerca de la frontera rusa de Kaliningrado, según reporta El País.
Los asistentes, de entre 15 y 53 años, recibieron formación básica en el manejo de armas (sin munición), primeros auxilios, evacuación, orientación y uso de equipos de protección.
El Ministerio de Defensa polaco organiza este tipo de actividades en todo el país, con el objetivo de “inculcar la noción de resiliencia ante posibles crisis”; sean “militares o de otro tipo”.
Mientras algunos participantes ven la iniciativa como “una oportunidad para adquirir habilidades útiles”, otros muestran escepticismo sobre el riesgo real de conflicto, aunque valoran la experiencia como “una forma de autodefensa y preparación individual”.
Ejército de reservistas
El primer ministro Donald Tusk anunció en marzo la intención de entrenar a 100.000 voluntarios al año a partir de 2027, y defendió “la necesidad de construir un ejército de reservistas” ante la tensión en la frontera con Bielorrusia y la presencia militar rusa.
Aunque el servicio militar obligatorio está suspendido desde 2010, Varsovia no descarta reactivarlo si la situación se agrava.
Polonia cuenta actualmente con 208.000 militares y paramilitares en servicio, y aspira a alcanzar el medio millón de efectivos.
Militarización total
El coronel Tomasz Gergelewicz, del Ministerio de Defensa, subraya que la preparación civil “no solo responde a la amenaza militar”, sino también a “la necesidad de protegerse ante catástrofes y desinformación”: “No solo los soldados protegen a la patria, es toda la nación. Cuanto más preparada esté la sociedad, más lo estará el país”.
Pese al plan de militarización total, la sociedad polaca está lejos de un consenso y mantiene sus reservas. Según una encuesta del instituto público CBOS citada por El País, solo el 11% de los consultados estaría dispuesto a tomar las armas en caso de guerra, mientras que el 26% muestra “interés en recibir formación militar”, pero apenas un 5% lo tiene claro.
Muchos participantes en los entrenamientos consideran que la retórica oficial puede ser alarmista, aunque otros la ven justificada por el contexto regional.
El debate sobre la militarización y el papel de la OTAN sigue abierto en la sociedad polaca, que afronta el futuro entre la preocupación por la seguridad y el rechazo a una vuelta al pasado militarizado.