Desde su adhesión a la OTAN en 2023, Finlandia ha intensificado la militarización de los 1.340 kilómetros de frontera con la Federación Rusal. Según un reportaje de Reuters publicado el 24 de junio, el Ejecutivo ha impulsado la construcción de una valla de 200 kilómetros equipada con cámaras y sensores, ha prohibido la compra de propiedades y el uso de drones a ciudadanos rusos y ha elevado el límite de edad para los reservistas hasta los 65 años, con el objetivo de alcanzar un millón de efectivos en la reserva para 2031. El Ministerio de Asuntos Exteriores, en palabras de Elina Valtonen, sostiene que Finlandia “es responsable de más de la mitad de la frontera terrestre entre la OTAN y Rusia” y que la prioridad es que la frontera “permanezca inviolable”.
El cierre y la militarización de la frontera han tenido consecuencias económicas y sociales notables en la región. El comercio y el turismo transfronterizo, que generaban hasta 13 millones de viajes anuales y aportaban 300 millones de euros a la economía local, se han desplomado, afectando a negocios y familias con lazos a ambos lados de la frontera. El desempleo en la zona ha alcanzado el 15%, muy por encima de la media nacional. El cierre fronterizo ha dividido familias y ha motivado demandas ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos por parte de ciudadanos afectados, según recoge Reuters.
Moscú, por su parte, ha reactivado bases militares cercanas y anunciado el refuerzo de su capacidad militar en la región, aunque el presidente Vladimir Putin ha negado reiteradamente tener planes de atacar a la OTAN. Finlandia mantiene el mayor arsenal de artillería de Europa occidental y ha adquirido nuevos cazas F-35. El nuevo cuartel general de la OTAN para el norte de Europa se instalará en Mikkeli, cerca de la frontera, y coordinará operaciones con el mando del ejército finlandés y oficiales de Estados Unidos y Reino Unido.