Donald Trump ha señalado este martes al Gobierno español como “un problema” para la OTAN por negarse a elevar su gasto militar al 5% del PIB, en vísperas de la cumbre de la Alianza Atlántica en La Haya. “España es un problema, la OTAN está teniendo un problema con ellos, y eso es muy injusto para el resto de los socios”, declaraba el presidente estadounidense a bordo del avión presidencial Air Force One, reiterando su exigencia de que todos los miembros igualen el esfuerzo presupuestario de Estados Unidos en materia militar.
El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, ha rechazado públicamente que ese objetivo se cumpla de inmediato y, en una carta al secretario general de la OTAN, Mark Rutte, calificó la exigencia de Trump y de la Alianza de “irrazonable” y “contraproducente”.
La postura oficial de Moncloa sostiene que puede cumplir sus compromisos con un 2,1% del PIB, mientras que Rutte considera que el mínimo debería ser del 3,5% desde ya. El acuerdo alcanzado entre Madrid y la OTAN otorga al Estado español “flexibilidad” para demostrar si puede cumplir los objetivos de capacidades militares sin llegar al 5%, con una revisión prevista para 2029. Eso sí, Rutte ya ha anticipado que el 5% es el objetivo final obligatorio para todos los miembros, por lo que el 3,5% para Madrid, ya una subida considerable de por sí, es transitorio y estará sujeto al cumplimiento estricto de los objetivos que lo lleven progresivamente a la meta de gasto establecida, que se revisará en 2029.

Mientras tanto, Trump ha intensificado la presión sobre los aliados europeos y ha compartido en redes sociales gráficos que sitúan el Estado español como el que menos gasta materia militar dentro de la Alianza. El mandatario estadounidense ha evitado comprometerse explícitamente con la cláusula de defensa mutua del artículo 5 de la OTAN y ha criticado que “Estados Unidos está en casi un billón de dólares de gasto, esto es increíble”. El Gobierno español, por su parte, acusa a Trump de exigir a los aliados un esfuerzo que ni siquiera cumple en su propio país y defiende que el volumen de gasto propuesto por Washington es “incompatible con el estado del bienestar”. Sin embargo, no parece que el estado del bienestar de sus socios europeos le importe demasiado al inquilino de la Casa Blanca.