Según una investigación del periódico sionista liberal Haaretz, soldados y oficiales de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) han declarado que recibieron órdenes directas de disparar a los palestinos que se acercaban a los centros de distribución de comida gestionados por la autodenominada “Fundación Humanitaria para Gaza (GHF)” creada por el Estado de Israel y EE. UU., incluso si no suponían ninguna “amenaza” para las tropas.
Los testimonios recabados describen que los disparos se producen tanto antes de la apertura de los centros, para impedir la llegada de personas, como después del cierre, para dispersar a quienes permanecen en las inmediaciones. Un soldado relató que en su zona de despliegue “entre una y cinco personas morían cada día”, y que la única forma de comunicación con la multitud era el uso de fuego real, sin emplear medidas de control de multitudes.
“Una masacre disfrazada de ayuda humanitaria”
Desde que comenzó a operar la GHF a finales de mayo, al menos 549 palestinos han sido exterminados y más de 4.000 han resultado heridos cerca de estos “puntos de ayuda”, según datos del Ministerio de Salud de Gaza y de organizaciones internacionales. Médicos Sin Fronteras ha denunciado que sus equipos atienden a diario a personas heridas de bala tras intentar conseguir comida, y ha calificado el mecanismo de distribución como “una masacre disfrazada de ayuda humanitaria”. Además, se han reportado drogas escondidas dentro de la comida que introducen a la Franja.
Diversos medios y organizaciones han documentado que los centros de distribución, rodeados de vigilancia militar y solo accesibles por un punto de entrada, se han convertido en escenarios de violencia recurrente, donde la población civil es tratada como “una fuerza hostil” y no existen garantías de seguridad para quienes intentan acceder a la ayuda humanitaria.