Conflictos internos en EE. UU. por las consecuencias de una posible guerra prolongada con Irán

Más ataques estadounidenses en Irán elevarían el gasto familiar, dispararían la inflación hasta un 4% y provocarían una caída del PIB y mayor descontento social, especialmente entre los jóvenes.

Imagen conceptual de bandera de EE. UU. e Irán.
Foto: Dmitriy Prayzel/Shutterstock

La intervención militar directa de Estados Unidos (EE. UU.) en la República Islámica de Irán genera dudas y conflictos internos, dadas las posibles consecuencias para la población estadounidense según estudios recientes, sobre todo, en caso de prolongarse el conflicto. Una de las consecuencias más directas, la posibilidad de un cierre del Estrecho de Ormuz, —ruta crítica por donde transitan 20 millones de barriles de petróleo diarios (equivalente al 20% del consumo global)— representa una amenaza económica inmediata para Estados Unidos.

Según la Administración de Información Energética (EIA), este escenario podría disparar los precios del crudo hasta un 60%. Análisis de ING y JPMorgan proyectan que esto elevaría el precio de la gasolina en EE.UU. a aproximadamente $6 por galón, añadiendo unos $200 mensuales al gasto promedio de los hogares estadounidenses, pese a la “independencia energética” del país, debido a la naturaleza interconectada de los mercados globales.

Asimismo, un conflicto prolongado ejercería una presión inflacionaria significativa. La Reserva Federal norteamericana proyecta que hubiera añadido entre 3 y 4 puntos porcentuales a la tasa de inflación anual, acercándose a escenarios de los años 70.

En paralelo, la Oficina de Presupuesto del Congreso estima que el crecimiento del PIB podría contraerse entre un 1,5% y un 2,5% en un plazo de 12 meses, con una pérdida asociada de alrededor de 500.000 empleos, particularmente en los sectores de transporte y manufactura.

Costes directos de guerra

Los costos directos de una intervención militar también son cuantificables. Basado en el gasto de guerras recientes, el Watson Institute calcula que un nuevo conflicto prolongado podría costar aproximadamente $300.000 millones anuales, lo que representa cerca del 5% del presupuesto federal actual. Una movilización de reservistas, estimada por el Departamento de Defensa en unos 180.000 efectivos, impactaría directamente a cerca de medio millón de familias estadounidenses y desviaría fondos significativos de programas sociales internos.

Polarización política

Este panorama se enfrenta a un clima interno de creciente descontento y polarización. Encuestas del Chicago Council (2024) revelan una profunda brecha generacional: solo el 29% de la Generación Z apoya acciones militares directas, en contraste con el 75% de los baby boomers. La división partidista es aún más pronunciada, con un 72% de republicanos respaldando intervenciones frente a un 38% de demócratas según Gallup (2025).

Las protestas registradas en 90 campus universitarios durante 2024 anticipan el potencial de tensiones civiles amplificadas. Además, encuestas del Arab Center Washington DC señalan un aumento considerable del sentimiento antiestadounidense en el mundo árabe, elevando los riesgos de represalias contra intereses de EE.UU. en la región y en territorio nacional; lo que incrementa la inestabilidad de la población por miedo a posibles acciones armadas.