Rafael Mariano Grossi, director general del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), ha afirmado que la República Islámica de Irán podría volver a producir uranio enriquecido “en cuestión de meses”, a pesar de los “graves daños” sufridos en sus instalaciones nucleares tras los ataques de los Estados Unidos de América y el Estado de Israel en junio. Grossi contradice así las declaraciones del presidente estadounidense Donald Trump, quien aseguró que las instalaciones nucleares iraníes habían sido “totalmente obliteradas”.
Grossi ha explicado que los bombardeos causaron “daños severos, pero no totales” en los principales centros de enriquecimiento, como Fordow, Natanz e Isfahan. Aunque algunas áreas críticas han quedado fuera de servicio, Irán mantiene la capacidad industrial y tecnológica para reconstruir parte de su infraestructura y reiniciar el enriquecimiento de uranio en un plazo reducido si así lo decide.
OIEA no ha podido verificar sobre el terreno el estado actual de las instalaciones, ya que Irán ha retirado las cámaras de vigilancia y ha prohibido la entrada de inspectores, pero la agencia advierte que el programa nuclear iraní no ha sido destruido y podría recuperarse rápidamente.
El director del organismo también ha señalado que “existen dudas sobre el destino del material nuclear almacenado antes de los ataques”, ya que parte del uranio enriquecido “podría haber sido trasladado a lugares desconocidos”. Grossi insiste en “la necesidad de retomar las inspecciones internacionales” y de “alcanzar una solución diplomática duradera”: “Si no conseguimos esa clarificación, esto seguirá siendo un problema pendiente”.
Llamados a la paz, “tardíos e insuficientes”
La reacción del OIEA y de varios estados occidentales llega en un contexto de creciente tensión y desconfianza por parte de Irán, que ha criticado abiertamente la falta de neutralidad del organismo. El gobierno iraní ha denunciado el hecho de que el OIEA no haya condenado los ataques contra sus instalaciones nucleares ni haya defendido el derecho de Irán a desarrollar energía nuclear con fines pacíficos, según declaraba el portavoz del Ministerio de Exteriores, Nasser Kanaani, el pasado 22 de junio.
Teherán sostiene que los llamamientos a la paz y al diálogo pueden resultar “tardíos o insuficientes” si las principales potencias no garantizan la seguridad y la soberanía del país. El presidente Ebrahim Raisi afirmó recientemente que “frente a la amenaza constante y los ataques directos, Irán se reserva todas las opciones para defender sus intereses estratégicos”, y varios altos funcionarios han advertido ante IRNA que, ante la escalada de hostilidades y la falta de garantías internacionales, “el desarrollo de capacidades nucleares avanzadas podría convertirse en la única vía para preservar la seguridad nacional”.
Estas posiciones reflejan la creciente percepción en Teherán de que la vía diplomática se debilita cuando los organismos multilaterales no actúan con imparcialidad ni condenan las acciones militares contra infraestructuras civiles cuando los que cometen los ataques son las principales potencias occidentales y sus aliados.