Un estudio de la International Labour Organization demuestra que en 2020, un alarmante número de 2.410 millones de trabajadores y trabajadoras estuvieron expuestos a calor excesivo, lo que representa un aumento del 34,7% desde el año 2000. Esta cifra equivale aproximadamente al 71% de la fuerza de trabajo global. La región de África sufrió la mayor parte de esta exposición, con alrededor del 93% de los días laborales afectados por calor excesivo, mientras que Europa y Asia Central reportaron las tasas más bajas, con menos del 29%.
El impacto del calor excesivo en la salud es significativo. Las olas de calor en 2020 fueron responsables de más de 4.200 muertes a nivel mundial. Además, la exposición a calor excesivo se vinculó con un estimado de 22,85 millones de afecciones no letales y 18.970 muertes en todo el mundo, culminando en una pérdida de 2,09 millones de años de vida ajustados por discapacidad (AVAD), según el mismo estudio. Aun así, señalan, se ha demostrado en infinidad de ocasiones que el calor excesivo también contribuye a la fatiga mental, distracción, aumento de la irritabilidad y estrés emocional, lo que conduce a siniestros y conflictos laborales no contabilizados.
Las consecuencias a largo plazo para la salud son igualmente preocupantes. Aproximadamente 26,2 millones de personas en todo el mundo viven con enfermedad renal crónica atribuible al estrés por calor en el trabajo. Esto no solo afecta la salud y los medios de vida de los trabajadores en su totalidad, sino que también impone una carga significativa en los sistemas de salud. Se calcula que el gasto público adicional por no implementar medidas para garantizar unas mejores condiciones es de 361.000 millones de dólares a nivel global.