Varios gobiernos europeos están a punto de contraer una deuda de decenas de miles de millones de euros en préstamos del nuevo fondo de asistencia en seguridad de la UE (SAFE), dotado con 150.000 millones, antes de la fecha límite de este mismo martes. El mecanismo, que forma parte del plan ReArm Europe impulsado por la Comisión Europea, se fija como objetivo “fortalecer la industria de defensa europea y disminuir la dependencia militar histórica del bloque respecto a Estados Unidos”, facilitando la compra conjunta de armamento para Ucrania.
Sin embargo, este anuncio llega en paralelo al acuerdo comercial de Bruselas con Washington, que incluye compras de material militar estadounidense, lo que pone en cuestión la supuesta “disminución de la dependencia militar” hacia EE.UU.
Países como Polonia, República Checa, Letonia, Bulgaria y Grecia ya formalizaron una solicitud por 1.200 millones de euros, mientras que otros están confirmados para participar en el esquema. Finlandia, Dinamarca, Estonia, Lituania y Eslovaquia consideran sumarse. En cambio, Alemania, Suecia y Países Bajos, con altas puntuaciones crediticias y casi siempre reticentes al endeudamiento comunitario, probablemente no soliciten los préstamos, aunque pueden participar en compras conjuntas para abaratar costes.
La Comisión Europea ha reiterado que considera importante incluir a Ucrania en estas adquisiciones, aludiendo a la posibilidad de comprar armamento directamente a empresas ucranianas para incrementar su producción armamentística y “la integración tecnológica con la UE”.
El fondo ofrece préstamos a largo plazo —hasta 45 años para su devolución— a tipos de interés muy bajos gracias a la triple A crediticia de la UE, y adelantos de hasta el 15%. Sin embargo, algunos países con elevada deuda pública como Italia y Austria han mostrado reticencias para asumir nuevas obligaciones que podrían retrasar la salida de los procedimientos de déficit excesivo en la UE.
El Estado español y Malta, más alejados del frente de conflicto, no parecen interesados en pedir estos préstamos, pero la amplia participación prevista revela la presión creciente sobre los estados europeos para aumentar sus arsenales y mantener el apoyo militar a Ucrania ante la posible reducción de respaldo por parte de EE.UU., incluso a costa del endeudamiento.