La Federación Rusa y la República Popular China firmaron este martes en Pekín un memorando jurídicamente vinculante para la construcción del gasoducto Fuerza de Siberia 2 desde los yacimientos de la península de Yamal hasta el norte de China, atravesando Mongolia. El acto contó con la presencia de Vladimir Putin, Xi Jinping y el presidente mongol Ukhnaa Khurelshukh, confirmando una de las infraestructuras más relevantes de la alianza estratégica entre los tres países.

En palabras de Alexéi Miller, presidente de Gazprom, el conducto de unos 6.700 kilómetros permitirá “bombear 50.000 millones de metros cúbicos anuales” y constituye “el proyecto más grande y con mayor inversión en el sector gasístico mundial”, según recoge EFE.

El nuevo acuerdo tendrá una duración de 30 años, y los pagos se efectuarán al 50% en rublos y yuanes, reforzando la estrategia de desdolarización impulsada por Moscú y Pekín. Además, se ha ampliado el suministro ya existente mediante el actual Fuerza de Siberia —que opera desde 2019— de 38.000 a 42.000 millones de m³ al año, y por el corredor del Lejano Oriente ruso de 10.000 a 12.000 millones adicionales. En total, el volumen de gas ruso comprometido hacia el gigante asiático se elevará a unos 106.000 millones de m³ anuales.

Los términos económicos concretos, como el precio del gas, no se han hecho públicos. Sin embargo, fuentes energéticas citadas por EFE afirman que Pekín había exigido tarifas en torno a 60 dólares por cada mil m³, cifras mucho menores que las que pagaban los clientes europeos y cercanas a los precios internos rusos, algo que en su momento casi bloquea el proyecto.

Derrota diplomática estadounidense

Miller justificó la diferencia alegando “menores costes logísticos” por la cercanía geográfica de los yacimientos de Siberia Oriental a las fronteras con China y Mongolia. De acuerdo con analistas consultados por la misma agencia, este factor, sumado a la inestabilidad en Oriente Medio y a las amenazas del presidente estadounidense Donald Trump de sancionar importaciones chinas de crudo ruso, habría acelerado el cierre del acuerdo.

Desde Moscú, el Kremlin señaló que el pacto fortalece de forma definitiva el giro energético hacia Asia después de que la UE impusiera sanciones y decidiera reducir sus importaciones de hidrocarburos, aumentando los costes energéticos para su industria.

Según declaraciones de Miller recogidas por EFE, los líderes de Rusia y China consideran que “en los años de trabajo conjunto se ha construido un sólido puente energético que une a nuestros pueblos y sirve a los intereses de ambos países”.

Xi reiteró este martes que los nexos entre ambos países se han convertido en "un ejemplo de relaciones entre grandes países", caracterizados por su "permanente amistad de buena vecindad, coordinación estratégica integral y cooperación mutuamente beneficiosa".

Con esta firma, Rusia intenta consolidar un mercado estable y a largo plazo en Asia, mientras China asegura suministros abundantes en condiciones ventajosas para alimentar su economía en rápido crecimiento.