El Estado francés vive este jueves un nuevo día de huelgas, manifestaciones y bloqueos masivos convocados por las ocho centrales sindicales principales del país, en rechazo al proyecto de recortes públicos presentado por el ex primer ministro François Bayrou y que motivó su dimisión tras perder una moción de confianza en la Asamblea Nacional. Se estima que cientos de miles de personas participan en unas 250 manifestaciones por todo el hexágono, donde la clase obrera francesa trata de echar un pulso a la burguesía y a sus gobernantes en sectores estratégicos como transporte, educación y energía.

El paro afecta significativamente a la educación, con un tercio de los docentes afiliados a sindicatos participando, y a los transportes urbanos y regionales, donde servicios del metro en París operan a un 20% de su capacidad normal. La policía y gendarmería ya han desplegado a 80.000 unidades para reprimir las protestas y hasta media mañana se reportan 44 detenciones, lo que muestra la tensión creciente ante la movilización popular.

El movimiento sindical exige la retirada del plan presupuestario de austeridad que contempla estrangular a las clases subalternas con recortes valorados en 44.000 millones de euros con congelaciones salariales y recortes en pensiones y servicios públicos.

Frente al gobierno de Macron y su quinto primer ministro designado en un solo año, Sébastien Lecornu, los sindicatos advierten que el malestar social puede aumentar si no se atienden las demandas obreras, que incluyen mejoras laborales y fiscales, entre ellas la propuesta de un impuesto a grandes fortunas.

Las movilizaciones llegan en un contexto económico complicado, donde la deuda pública francesa asciende al 114% del PIB y déficit al 5,8%. A esto se suma el plan de rearme histórico aprobado por París, en línea con las directrices de Washington, la OTAN y Bruselas.