El pasado 15 de agosto, los presidentes Donald Trump y Vladimir Putin mantenían una reunión de tres horas en Anchorage, Alaska (EE.UU.) que prometía avanzar en el fin de la guerra en Ucrania. Sin embargo, dos meses después, el vicecanciller ruso Sergei Ryabkov admitió que el “poderoso impulso” para acuerdos surgido entonces “ha sido en gran parte agotado” debido a la oposición “principalmente europea”, señaló en declaraciones a agencias rusas, criticando abiertamente a Europa por su “actividad destructiva”.

El estancamiento de la diplomacia ocurre en un contexto de creciente tensión por la posible entrega de misiles de crucero Tomahawk por parte de Estados Unidos a Ucrania. Con un alcance de hasta 2.500 kilómetros, estos misiles permitirían ataques más allá de las zonas de combate actuales, incluso en profundidad en la Federación Rusa. El Kremlin ha advertido que esta medida implicaría “un nivel completamente nuevo de escalada”, mientras Ryabkov expresó que tendría “consecuencias severas” y urgió a Washington a reconsiderar su decisión.

Trump, quien inicialmente apostó por facilitar negociaciones directas entre Putin y Zelensky, dijo sentirse “muy decepcionado” con la falta de voluntad del Kremlin para formalizar un acuerdo en los términos presentados. Ahora, el presidente estadounidense cambia las tornas y decide endurecer su postura hacia Moscú, declarando que Ucrania "debería recuperar los territorios ocupados con apoyo europeo y de la OTAN", mientras critica a la Unión Europea por mantener importaciones energéticas rusas.

Este escenario muestra el escollo de la guerra de Ucrania, que excede ya tres años y medio sin solución visible. Ambos bandos continúan bombardeos cruzados, mientras las vías diplomáticas muestran signos claros de agotamiento, en buena parte porque la UE se niega a aceptar la situación sobre el terreno e insiste en seguir armando a Kiev, mientras que la administración Trump, aún con sus prioridades estratégicas fuera de Ucrania, no puede dejar caer a sus aliados tan fácilmente. Mientras tanto, la guerra sigue su curso, cobrándose vidas y destruyendo territorios.