Esta semana se han cumplido 58 años desde que militares bolivianos y agentes de la CIA asesinaron a Ernesto Che Guevara. El marxista argentino dijo en una entrevista concedida a Triunfo en 1965 que Estados Unidos "habla de libertad, pero lleva la esclavitud a los pueblos con sus intervenciones".

A lo largo de su infame guerra global, primero contra el comunismo y posteriormente contra el "terrorismo", Washington no ha hecho más que confirmar aquellas palabras de Guevara, protagonizando las campañas de bombardeos más masivas y atroces contra decenas de pueblos del mundo, con un volumen acumulado estimado superior a 9 millones de toneladas de "libertad" y "democracia" lanzadas en diversas regiones del Sudeste Asiático, Oriente Medio, el Norte de África e incluso Europa desde 1950 hasta principios del siglo XXI, según estimaciones agregadas de análisis académicos de los últimos años, que dejan el siguiente saldo aproximado de muerte y destrucción:

Ranking de cantidad de bombas lanzadas por EE.UU., en toneladas

1.Vietnam del Sur: 4 millones de toneladas

2.Laos: 2,75 millones de toneladas

3.Camboya: 2,5 millones de toneladas

4.Vietnam del Norte: 1 millón de toneladas

5.Corea: 635.000 toneladas

6.Iraq: 110.000 toneladas

7.Afganistán: 100.000 toneladas

8.Siria: 15.000 toneladas

9.Libia: 10.000 toneladas

10.Serbia: 2.000 toneladas

Estas devastadoras campañas aéreas demuestran un patrón histórico sistemático de empleo masivo y prolongado de armamento pesado sobre poblaciones y territorios extensos, con severas consecuencias humanas que se hacen notar décadas después. La llamada “guerra secreta” en Laos, por ejemplo, es considerada una de las más terribles por la dispersión de explosivos en zonas recónditas rurales, donde no solo se complica el recuento exacto de la cantidad de bombas lanzadas, sino que, décadas más tarde, los artefactos sin detonar siguen causando muertos y mutilados entre humildes campesinos locales.

A esto hay que sumarle que varios actores aliados o proxys de EE.UU., como el Estado de Israel, también han hecho uso extensivo de ataques aéreos contra los pueblos árabes durante siete décadas con armamento directamente proporcionado por Washington, por lo que las cifras reales podrían ser mucho más altas si se tuviera en cuenta este criterio.

Los informes documentan que este arsenal no solo produce víctimas directas, sino efectos duraderos como contaminación del suelo y el agua, desplazamientos forzosos y destrucción de infraestructuras esenciales para la vida humana. Organismos internacionales como Halo Trust y Human Rights Watch llevan años advirtiendo que vastos territorios siguen sin desminarse, y que haría falta una enorme tarea global coordinada para reparar los daños provocados por el Tío Sam.

Al Departamento de Guerra le parece poco

Aunque la Guerra de Vietnam representa el mayor volumen (cerca de 5 millones de toneladas de bombas en total), cada guerra por "la democracia" amplía la larga lista de áreas con registros de asesinatos en masa y daños ecológicos extensos. Sin embargo, la estrategia militar de Washington, sin importar el color político del inquilino de la Casa Blanca, ha repetido el mismo patron de empleo indiscriminado de bombardeos, mostrando una barbarie persistente en la fría planificación bélica y el desprecio más absoluto hacia la vida humana, desde Saigón en los años sesenta hasta la Franja de Gaza en la actualidad.

Con este criminal historial a sus espaldas, los mandatarios estadounidenses, con Pete Hegseth al mando, consideran que han sido "demasiado blandos" en los últimos años. Han renombrado el Departamento de Defensa como "Departamento de Guerra" y anticipan un endurecimiento de doctrinal y de métodos.

La acumulación de estas "acciones militares" ha generado una herencia trágica, donde los impactos humanitarios van mucho más allá del corto plazo y suponen todo un desafío ético y político para las próximas generaciones que tendrán que vivir en el planeta tierra. En varios países, la normalización del riesgo por armas sin explotar sigue cobrándose una factura interminable de vidas, especialmente en comunidades campesinas pobres marginadas y sin recursos para protección efectiva.

Este balance cuantitativo general sobre el uso masivo de bombas por parte de los Estados Unidos de América sirve como punto de partida para el debate sobre el significado real de la democracia liberal y su papel en la historia.


Fuentes