Donald Trump escenificó este lunes "el final de la guerra en Gaza" en una ceremonia junto al genocida Benjamin Netanyahu en el Parlamento israelí y la Cumbre de Sharm el-Sheikh de Egipto, donde se autoproclamó artífice del cese al fuego entre el Estado de Israel y la resistencia palestina, anunciando “el amanecer de un nuevo Oriente Medio”. Según el presidente de Estados Unidos, el acuerdo supone la “era de la fe y la esperanza”, proclamando a la región como “magnífica”, mientras miles de palestinos siguen viviendo bajo los escombros de Gaza y bajo ocupación continúa por el establecimiento colonias israelíes en Cisjordania, permitido y fomentado por EE.UU. y la Unión Europea. La ovación fue casi unánime entre los legisladores israelíes.

En el mismo acto, Trump pidió públicamente al presidente israelí que perdone a Netanyahu por los casos de corrupción, minimizando las acusaciones de sobornos (“¿A quién le importan los cigarros y el champán?”) y calificando al asesino de masas como “uno de los mayores líderes en tiempos de guerra”. Reconoció abiertamente su ayuda militar a la maquinaria genocida, afirmando que “Israel y EE.UU. han dado al mundo las mejores armas”, y relató cómo Netanyahu solicitaba armamento para las masacres, hecho que contribuyó a la destrucción masiva en Gaza y el asesinato confirmado de al menos 68.000 palestinos durante dos años de bombardeos, asedio, hambre e incursiones.

Trump reconoció la presión internacional y el deterioro de la imagen de Israel a raíz de las atrocidades cometidas en Gaza. Frente a las críticas mundiales y el reconocimiento de un indeterminado “Estado de Palestina” por parte de varios países occidentales, instó a Netanyahu a “aceptar la victoria y no perpetuar la guerra”. El republicano aseveró que “el mundo al final siempre gana”, omitiendo toda referencia al derecho de los palestinos a un Estado y al castigo por el genocidio en Gaza.

Respecto a la “reconstrucción” y el futuro palestino, Trump limitó su mensaje a una apelación para que la población de Gaza “se centre en la estabilidad, la dignidad y el desarrollo económico”, negando el debate sobre la solución política —“No voy a hablar de un solo Estado ni de dos Estados”—, desligando el fin de la ofensiva genocida de octubre de 2023 de cualquier reconocimiento nacional palestino. El presidente elogió los bombardeos sobre Irán, afirmando que “el desmantelamiento de su programa atómico facilitaría más acuerdos diplomáticos para Israel” y adelantando que las sanciones se mantendrán hasta abrir futuras negociaciones. “Irán tuvo excusas, pero ya no las tiene”, remató Trump.

Escena con Pedro Sánchez

Pedro Sánchez saludó brevemente y con visible incomodidad a Trump, apenas días después de que el presidente estadounidense amenazara públicamente con "expulsar de la OTAN" al Estado español por no cumplir con el objetivo de gasto militar establecido en La Haya. Trump no desaprovechó la ocasión para presionar, y le recordó sus tareas pendientes a un Sánchez complaciente e incómodo: “Hay ponerse al día con el PIB”.

La escena ilustró la posición decorativa de los líderes europeos en una ceremonia totalmente diseñada para ensalzar las figuras de Trump y el líder egipcio Al-Sisi, cuyas imágenes copaban la cartelería y los actos oficiales.

Sánchez, al igual que otros mandatarios europeos, quedó relegado a los saludos protocolarios y la foto de familia, sin voz propia en la sesión plenaria ni en el acto de conclusiones, reservado a los dos líderes anfitriones. Fuentes diplomáticas españolas pretenden destacar “avances humanitarios” y la liberación de prisioneros, incluso Madrid reconoce la desconfianza en “los planes paz” en Palestina y Oriente Medio, que entran ahora en la segunda fase de la hoja de ruta de Trump para la "reconstrucción, el desarme y la gobernanza".