El Estado genocida de Israel ha matado al menos a 97 palestinos y herido a otros 230 desde la entrada en vigor del alto el fuego, firmado hace poco más de una semana, según el Gobierno de Gaza. Denuncian que el Ejército de ocupación ha violado el acuerdo en 80 ocasiones, entre ellas 21 solo el domingo pasado. Las últimas víctimas han sido registradas tras una ola de bombardeos en Deir al-Balah y Rafah, en los que han sido asesinados mujeres, niños y miembros de una productora que retransmitía en directo para medios internacionales como Al Jazeera.

Las fuerzas coloniales justificaron los ataques como "respuesta" a una supuesta violación del alto el fuego por parte de de la resistencia palestina, acusación que Hamas desmintió. El portavoz militar Avichay Adraee advirtió que el ejército “responderá con firmeza” ante cualquier acción que interprete como "ofensiva", mientras Benjamin Netanyahu ordenó “actuar enérgicamente contra objetivos terroristas en Gaza”. Horas después, el Gobierno israelí declaró haber “reanudado la aplicación del alto el fuego” pese a haber bombardeado más de una veintena de puntos en el sur de la Franja, según recoge Reuters.

Las hostilidades se produjeron tras un enfrentamiento en Rafah entre tropas israelíes y una unidad de la policía gazatí, controlada por Hamás, en el que murieron dos soldados israelíes. El brazo armado de Hamás negó su participación en los hechos y acusó a Israel de atacar sin previo aviso. Desde Washington, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, sostuvo que “la situación sigue siendo muy pacífica”, pese a los ataques, y aseguró que el alto el fuego se mantiene. Por su parte, el Departamento de Estado estadounidense afirmó tener “información creíble” que indicaría "un posible ataque de Hamas contra civiles palestinos", una versión rechazada por el movimiento.

La escalada reciente incluye la suspensión temporal de la ayuda humanitaria hacia Gaza y el cierre del paso de Rafah, que Israel ha condicionado a la devolución de los cuerpos de prisioneros israelíes. En un contexto de alta tensión y devastación, la población gazatí enfrenta nuevamente bombardeos sistemáticos, cortes de asistencia y escasez alimentaria, mientras los "mediadores" internacionales —Egipto, Qatar y Turquía— intentan sostener una tregua cada vez más frágil.