La supuesta era del "empleo estable" que el "Gobierno más progresista de la historia" pretendía inaugurar tiene una grieta cada vez más profunda. Desde 2019, los despidos en periodo de prueba dentro de "contratos indefinidos" se han multiplicado por más de cuatro: de 77.454 a 350.459 en el primer semestre de 2025, según datos del Ministerio de Seguridad Social y el SEPE recogidos por el portal jurídico Legal Today. Solo en junio, los ceses se dispararon un 542%, hasta superar los 71.000 casos.

El fenómeno revela una paradoja: hay más "contratos indefinidos", pero menos estabilidad real. El periodo de prueba, concebido inicalmente para "evaluar la idoneidad del trabajador", se ha convertido en una vía recurrente para despedir sin indemnización. Hoy, casi la mitad de las bajas laborales de indefinidos se producen bajo esta figura.

Expertos laborales advierten de un “cambio cultural” en la contratación: el contrato indefinido ya no equivale a permanencia, sino a la llamada "flexibilidad". El auge de los fijos discontinuos —que rozan las 800.000 personas— refuerza esta sensación de precariedad encubierta en las estadísticas de las que tanto alardean en Moncloa, con amplios periodos de inactividad no reflejados en las cifras oficiales.

El problema no ha pasado desapercibido en Bruselas. Madrid sigue sin adaptar la directiva europea sobre condiciones laborales transparentes, que limita el uso del periodo de prueba en contratos cortos. La Comisión Europea ya ha llevado el caso ante el Tribunal de Justicia de la UE.

Mientras tanto, la Inspección de Trabajo prepara un "plan de control" para el bienio 2025-2027, que se fija como objetivo "sancionar el uso fraudulento del periodo de prueba", con multas de hasta 1.000 euros por contrato. Los sindicatos celebran la medida, aunque advierten que la precariedad “se ha desplazado” del contrato temporal al indefinido. Además, la situación de la Inspección de Trabajo, con múltiples denuncias sobre pocos inspectores disponibles, genera dudas sobre las posibilidades operativas reales para detectar estos fraudes.

En el laboral actual, la promesa de estabilidad se diluye: el contrato indefinido ya no es sinónimo de seguridad, sino la misma precariedad de siempre con un nombre nuevo que permite adornar las cifras de la temporalidad.