Sindicatos italianos convocan huelga general contra el gasto militar
La convocatoria llama a todos los sectores a paralizar el país el 28 y 29 de noviembre contra la “economía de guerra” de Meloni, mientras el gobierno insiste en los compromisos con la OTAN.
Italia se prepara para una jornada de huelga general los días 28 y 29 de noviembre. La convocatoria incluye a sindicatos como Unione Sindicale di Base (USB) y Confederazione Unitaria di Base (CUB), situada en un contexto de indignación creciente entre la clase trabajadora por las políticas económicas del gobierno de Giorgia Meloni, al que acusan de haber confeccionado una “economía de guerra”. Los sindicatos han llamado así a paralizar el país en una jornada que culminará en una manifestación nacional en Roma el 29 de noviembre.
En el comunicado oficial del llamamiento a la huelga recuerdan que el presupuesto destina cada vez más fondos a programas de armamento y modernización militar mientras millones de jubilados viven con pensiones mínimas y los salarios pierden poder adquisitivo frente a la inflación. “Italia se empobrece mientras se llenan los bolsillos de los fabricantes de armas”, señala el texto de USB . Los dirigentes sindicales acusan además al Ejecutivo de proteger los beneficios bancarios y minimizar los impuestos extraordinarios a las entidades financieras, un gesto que consideran una “entrega total al capital”.
El pasado sábado, desde una manifestación nacional en Roma, la CGIL declaró que "podría estar dispuesta" a otro sciopero generale, pero aún no lo ha anunciado oficialmente. UIL, la segunda mayor central sindical, no se ha pronunciado al respecto.
"Contra la economía de guerra"
Las exigencias sindicales de los sindicatos de clase, en cambio, son directas y de largo alcance: salario base mínimo de 2.000 euros netos, reducción de la edad de jubilación a 62 años y subsidios para vivienda y sanidad financiados con la reorientación de los gastos militares. Los sindicatos recalcan que el país está experimentando un deterioro sostenido del poder adquisitivo y una precarización estructural de la clase obrera que amenaza con convertir a Italia en una "economía de pobres con empleo”.
El gobierno neofascista de Meloni, alineado con las políticas de rearme impulsadas por Washington y Bruselas, insiste en que su presupuesto “garantiza la seguridad y la estabilidad fiscal del país”. El movimiento sindical, en cambio, habla de un “pacto de sumisión” a la agenda atlantista.