Rusia testa el nuevo misil nuclear Burevestnik
El Kremlin anuncia el éxito en la prueba de un misil de crucero con propulsión nuclear que habría volado 14.000 kilómetros durante 15 horas eludiendo sistemas antiaéreos.
Vladimir Putin ha presentado oficialmente el Burevestnik, un misil de crucero de propulsión nuclear capaz de albergar una cabeza nuclear, en un acto militar celebrado en una ubicación clasificada de la Federación Rusa por motivos de seguridad, según han informado medios estatales rusos el 26 de octubre. El mandatario ruso, vestido con uniforme militar y acompañado del jefe del Estado Mayor, Valery Gerasimov, calificó el arma de “invencible” y “única”, asegurando que “no existen análogos en el mundo”.
En palabras de Gerasimov, la última prueba corroboraría que el Burevestnik —cuyo nombre en ruso alude al “pájaro de la tormenta” del poema revolucionario de Máximo Gorki— habría permanecido en vuelo durante 15 horas, recorriendo 14.000 kilómetros, una distancia que le permitiría alcanzar territorio estadounidense desde cualquier punto del vasto territorio Ruso. El misil, cuyos primeros anuncios se remontan a 2018, emplea un sistema de propulsión nuclear que le otorga un rango superior al de cualquier otro proyectil y un alcance "prácticamente ilimitado", y que, según el Kremlin, le permitiría eludir los sistemas de defensa antiaérea occidentales por su trayectoria errática difícil de interceptar.
El anuncio, acompañado de un vídeo de doce minutos difundido por el propio Estado Mayor ruso, lanza un mensaje político claro a Washington en un contexto de alta tensión por la guerra en Ucrania, donde recientemente han amenazado a Moscú con suministrar misiles Tomahawk a Kiev. El mandatario ruso respondió que si se concretara la medida, supondría una escalada con represalias "muy serias" por parte de Moscú. Operar semejante armamento requiere entre 6 y 12 meses de formación, y no es seguro que en Washington estén dispuestos a transferir esta capacidad operativa a otro país. A falta de esta formación, la única forma de operar estos misiles sería mediante una intervención directa del Ejército estadounidense, opción que implicaría un acto de guerra abierta de EE.UU. contra Rusia. Por ahora, la única baza real que ha presentado Occidente para presionar al Kremlin ha sido el paquete de sanciones sobre el crudo ruso, cuyos resultados están por ver.
En el sentido contrario, las declaraciones de Moscú sobre el Burevestnik no han pasado inadvertidas en Washington. Trump, consultado por periodistas durante un viaje a Japón, instó a Putin a “acabar con la guerra en Ucrania en lugar de probar misiles”. La Casa Blanca aún no ha emitido un comunicado oficial con comentarios sobre el misil, pero fuentes militares citadas por medios estadounidenses aseguran estar “evaluando las implicaciones estratégicas” del nuevo armamento ruso, cuya infraestructura ya estaría siendo preparada para entrar en servicio en las Fuerzas Armadas rusas.