El presidente de los Estados Unidos de América, Donald Trump, ha llegado a Corea del Sur para reunirse el jueves con su homólogo chino, Xi Jinping, aprovechando la cumbre del Foro de Cooperación Asia-Pacífico (APEC) en Gyeongju. Es su primer encuentro presencial desde 2019, con la expectativa de que sirva para sentar las bases de un acuerdo comercial que termine con meses de caos económico en los mercados, originado por la guerra arancelaria entre las dos mayores potencias mundiales.

Ambos países mantienen el pulso en áreas críticas como las restricciones chinas a la exportación de minerales de tierras raras, vitales para industrias estratégicas estadounidenses, y la cuestión del fentanilo, que Trump ha identificado como prioridad en sus negociaciones. Sin embargo, la cuestión de Taiwán podría quedar fuera de la agenda formal, con Trump adoptando una postura algo ambigua sobre esta cuestión, a la que Pekín considera una provincia rebelde y reivindica como territorio nacional.

La cumbre APEC 2025 convierte la ciudad de Gyeongju en un centro diplomático y tecnológico donde se proyecta la imagen de Asia como un actor determinante en la economía y el comercio internacional. Corea del Sur ejerce de anfitriona y de mediadora en medio de rivalidades comerciales, militares y geopolíticas entre EE.UU. y China, al tiempo que se preparan acuerdos parciales sobre aranceles y exportaciones para calmar las tensiones y dar aire a sus respectivas economías.

Algunos analistas advierten que la competencia estratégica entre Washington y Pekín seguirá latente en el futuro inmediato, aunque consigan acuerdos parciales. Trump apuesta por una relación pragmática con Xi para evitar mayores daños económicos de forma inmediata, mientras China mantiene una posición firme en la defensa de sus intereses comerciales y estratégicos en la región.