El Programa de Asistencia Nutricional Suplementaria (SNAP) ha crecido hasta convertirse en un salvavidas para más de 40 millones de estadounidenses de bajos ingresos, nada más y nada menos que uno de cada ocho habitantes del país. Sin embargo, debido al cierre parcial del gobierno federal y el bloqueo en el Congreso para acordar la financiación, se anticipa que a partir del 1 de noviembre los fondos se agoten y las prestaciones se suspendan, según alerta el Departamento de Agricultura de EE.UU.

SNAP, cuyo funcionamiento se ve amenazado por primera vez en 60 años, opera a través de tarjetas de débito que se recargan mensualmente, permitiendo a sus beneficiarios comprar alimentos en comercios autorizados. El gasto medio por persona beneficiaria, recuerda BBC, ronda los 187 dólares al mes, aunque algunos reciben incluso menos apoyo. Ante la posible suspensión, muchas familias deberán recurrir a bancos de alimentos, que ya empiezan a estar saturados y con severas limitaciones en sus provisiones.

Mientras el Congreso estadounidense sigue sin resolver las disputas políticas sobre los presupuestos, demócratas y republicanos se culpabilizan mutuamente del estancamiento. Demócratas han presentado propuestas para financiar el programa durante el cierre, pero la aprobación se ve incierta. La situación ya ha motivado demandas judiciales de varios estados para desbloquear los fondos y garantizar la ayuda, que se considera una red mínima que amortigua la pobreza extrema de millones de personas.

Expertos y beneficiarios destacan que el programa es crucial para la supervivencia diaria, especialmente en comunidades vulnerables. La magnitud de la tragedia social es tal, que numerosos estados, tanto republicanos como demócratas, ya han anunciado planes de excepción para asumir temporalmente la financiación, aunque el Gobierno federal ha advertido que no reembolsará esos gastos. La inseguridad alimentaria podría aumentar considerablemente si no se restablece la ayuda de forma inmediata.