El presidente estadounidense Donald Trump anunció el pasado 30 de octubre que los Estado Unidos de América reanudarán, con efecto inmediato, las pruebas con armamento nuclear. El republicano señala que se trata de un medida que responde a "los programas similares de Rusia y China". Trump afirma, a través de su plataforma Truth Social, que ha dado instrucciones al Departamento de Guerra para que comience a probar nuestras armas nucleares “en igualdad de condiciones”, y que el proceso empezará “de inmediato”.

EE.UU. no realiza pruebas explosivas desde 1992, cuando el presidente George H.W. Bush estableció una moratoria en el contexto del fin de la Guerra Fría. Más de 30 años después, el anuncio se produce poco después de que Rusia informara de pruebas exitosas de armas con capacidades nucleares inéditas, aunque sin detonar cargas nucleares, y anticipa debates políticos intensos. Expertos lamentan la posible reactivación de una carrera armamentista nuclear.

El arsenal nuclear estadounidense supera oficialmente las 5.000 ojivas, mientras Rusia mantiene una cifra cercana, según la Federación Americana de Científicos. China, por su parte, ha ampliado rápidamente su poder nuclear y se espera que supere las 1.000 ojivas para 2030. Trump justifica la decisión con el argumento de “mantener la ventaja comparativa” frente a estas potencias y señala que los lugares para las pruebas se determinarán más adelante.

El anuncio ha generado críticas desde diversos sectores, incluido el propio partido demócrata, y expertos en control de armas nucleares. Daryl G. Kimball, director ejecutivo de la Asociación de Control de Armas, ha expresado que EE.UU. “no tiene justificación técnica, militar ni política para reanudar las pruebas” y alerta que tal decisión podría crear una respuesta en cadena y debilitar el Tratado de No Proliferación Nuclear. La oposición legislativa también promete acciones para impedir la reanudación de estas pruebas.