El ministro de Energía de Qatar, Saad al Kaabi, advirtió que su país no venderá más gas natural licuado (GNL) a la Unión Europea si Bruselas no cancela o “suaviza” la Directiva sobre Diligencia Debida de las Empresas en Materia de Sostenibilidad (CSDDD), una norma que establece unas pautas mínimas a las grandes compañías para “mitigar los impactos ambientales y sociales de su actividad”.

“Si Europa no se replantea cómo puede suavizar la normativa o cancelarla, y sigue existiendo una sanción del 5 % de nuestra facturación mundial como penalización, entonces no suministraremos LNG a Europa, eso es seguro, cien por cien”, anticipaba Al Kaabi durante la Abu Dhabi International Petroleum Exhibition & Conference (ADIPEC), recogía EFE el pasado 3 de noviembre.

Al Kaabi, que también dirige la petrolera estatal QatarEnergy, sostuvo que las exigencias ambientales de la UE son “incompatibles con la realidad del sector” y que los países europeos “necesitan el gas de Qatar, el gas de Estados Unidos y el gas de muchos otros lugares del mundo”. El ministro equiparó la situación a un hipotético boicot de la industria automovilística japonesa: “Es como si Toyota dejara de entregar coches. Esto no solo afecta al petróleo y el gas”. Qatar se convirtió en 2024 en el tercer mayor proveedor de gas natural licuado de la UE, con 10 millones de toneladas métricas exportadas al continente, equivalentes al 12,1 % de las importaciones totales.

La Directiva CSDDD, aprobada por el Parlamento Europeo en abril de 2024, establece que las empresas con más de 1.000 empleados y más de 450 millones de euros de facturación deben garantizar “el respeto a los derechos humanos y al medioambiente en toda su cadena de valor”. Sin embargo, su aplicación fue postergada el pasado marzo tras la presión de varios gobiernos y grupos empresariales. En octubre, la Comisión de Asuntos Jurídicos del Parlamento Europeo propuso suavizar la norma y limitar su alcance a empresas con más de 5.000 empleados y una facturación anual superior a 1.500 millones de euros, bajo el argumento de “simplificar las reglas y mejorar la competitividad del bloque”.

Las declaraciones de Al Kaabi llegan en medio de un aprieto energético para Bruselas, justo cuando se dispone a cortar sus últimos lazos remanentes con el suministro ruso, acompañado de una falta de inversión en fuentes alternativas. El pulso de Qatar, respaldado por su papel clave en el mercado mundial de gas, supone un golpe diplomático directo sobre las políticas ambientales de la UE, que se enfrenta al dilema de mantener sus llamados “compromisos climáticos” o garantizar el abastecimiento energético en un continente que, a pesar de la retórica institucional, sigue siendo altamente dependiente de los combustibles fósiles.