El presidente de los Estados Unidos de América, Donald Trump, acaba de designar a Arabia Saudí como "aliado militar prioritario fuera de la OTAN" y ha autorizado la venta de cazas furtivos F-35 al régimen de Mohamed bin Salmán. Según el comunicado difundido por la Casa Blanca, el acuerdo incluye además la compra de casi 300 blindados estadounidenses y un Acuerdo de Defensa Estratégico que "fortalece la cooperación militar" entre ambos países.

Durante una cena de gala en la Casa Blanca, Trump elogió al príncipe heredero saudí afirmando que están "muy orgullosos el uno del otro en lo que respecta a los derechos humanos". Esta declaración ha levantado polémica, cuando numerosos observadores han señalado el asesinato en 2018 del periodista Jamal Khashoggi, que fue descuartizado en el consulado saudí de Estambul. La responsabilidad política fue atribuida por la CIA al propio Bin Salmán en persona. Trump declaró: "Él no sabía nada al respecto, y podemos dejarlo así".

La designación como aliado prioritario externo a la OTAN, categoría reservada hasta ahora para países como Israel o Japón, representa un blindaje estratégico excepcional del régimen saudí. El acuerdo se completa con el compromiso de Arabia Saudí de aumentar sus inversiones en EE.UU. hasta "casi 1 billón de dólares" en áreas como tecnología e inteligencia artificial, según anunció Bin Salmán en el Despacho Oval.

Organizaciones de derechos humanos han denunciado que esta alianza consolida la impunidad de un régimen responsable de crímenes contra la disidencia interna y de una guerra criminal contra el pueblo de Yemen que ha causado la mayor crisis humanitaria mundial hasta el genocidio en Palestina. La venta de F-35, los aviones de combate más avanzados del complejo militar-industrial estadounidense, engrasa la maquinaria de guerra de una tiranía absolutista que mantiene un férreo control sobre su población y siembra el terror contra los pueblos de la región.