El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, visitó recientemente las posiciones del ejército israelí dentro de Siria, una zona de ocupación militar ampliada en diciembre de 2024. Según Al Jazeera, el Gobierno sirio de Muhammad Al Jolani calificó la visita oficial como una violación grave de su soberanía, mientras gobiernos de Jordania, el Estado francés y Qatar denuncian que la visita agrava la tensión en la región.

La ONU, en su tono habitual, también expresó "preocupación": el portavoz Stephane Dujarric calificó el gesto de “preocupante, como mínimo” y recordó que la reciente Resolución 2799 del Consejo de Seguridad reafirma la "integridad territorial de Siria", algo que Israel lleva vulnerando desde la ocupación de los Altos del Golán en 1967, con la connivencia tácita de las Naciones Unidas, puesto que la entidad sionista no ha sido sancionada por ello en ningún momento.

Es más, Israel ocupa desde hace un año unos 400 km² adicionales en el sur de Siria, incluyendo el monte Hermón, pese a que Netanyahu definió inicialmente la operación como una posición “temporal”. Sin embargo, Al Jazeera recuerda que el ministro de Defensa, Israel Katz, declaró en marzo que Israel mantendría la ocupación por un periodo “indefinido”. Netanyahu insistió ante sus tropas en que su presencia tiene “una importancia inmensa” y afirmó que el despliegue busca “proteger” a sus aliados drusos.

En paralelo, las negociaciones Tel Aviv y Damasco se han estancado. Al Jazeera cita a la radiotelevisión pública Kan, que según “fuentes gubernamentales anónimas” aseguró que las conversaciones están “en punto muerto”. Informaciones filtradas en meses anteriores apuntaban a que los sionistas exigían una "amplia zona desmilitarizada" (solo para Siria) desde las afueras de Damasco hasta la frontera, y Reuters señaló que Israel pidió además un “corredor humanitario” hacia la gobernación siria de Sueida. Israel, añade Kan, rechaza retiradas sin un “sin un acuerdo de paz integral”, sin definir el contenido de ese hipotético acuerdo.

La visita se produce mientras Estados Unidos mantiene contactos directos con Al Jolani, el nuevo presidente sirio heredero de la rama Siria de Al Qaeda, quien confirmó que existían negociaciones en marcha. Mientras tanto, las monarquías del Golfo proyectan programas económicos con Siria tras la caída de Bashar Al-Assad.

En el Consejo de Seguridad, la enviada adjunta de la ONU para Siria, Najat Rochdi, advirtió que las operaciones israelíes están “debilitando los acuerdos de 1974”. La ocupación israelí continúa exactamente porque no responde solo a un conflicto inmediato: aunque Al Jolani ha declarado en numerosas ocasiones que Siria “no será hostil” con Israel, Tel Aviv sigue expandiendo su presencia militar para consolidar una posición estratégica permanente en el territorio.

La colonización pretende mantener una “zona de amortiguamiento” bajo sus eternas "demandas de seguridad" en territorio sirio. Lo que busca Tel Aviv, en definitiva, es profundidad estratégica frente a lo que percibe como "futuros riesgos". También le garantiza rutas de suministro y conservar su capacidad de proyectar poder regional, independientemente de las intenciones de Damasco. Además, los sionistas son conscientes de la debilidad del nuevo Gobierno sirio, que tiene serias dificultades para mantener un control territorial pleno. A esto se suma que amplios sectores de la sociedad siria ven con cierta hostilidad a Israel, lo que convierte a Siria en un actor poco confiable para los sionistas.