El presidente interino de Estados Unidos Joe Biden ha dado un giro en su política respecto a Ucrania: de aquí en adelante autorizará a Kiev a realizar ataques en Rusia con los misiles tácticos de largo alcance estadounidenses ATACMS, según han informado este domingo The Washington Post y The New York Times. Esta decisión, aún no anunciada oficialmente, responde al hipotético envío de miles de tropas norcoreanas a la región rusa de Kursk, cercana a la frontera ucraniana, para apoyar a las fuerzas de Moscú. Con ello, Washington buscaría “disuadir a Pyongyang de seguir reforzando al Kremlin y dar a Ucrania mayores capacidades defensivas ante la escalada”.
Sin embargo, esta decisión podría marcar un punto de inflexión en la guerra, ya que Rusia ha advertido reiteradas veces que no toleraría ataques con misiles balísticos occidentales contra territorio ruso, que supondría la participación directa de la OTAN en el conflicto y que podría acarrear una respuesta nuclear por parte de Moscú. Hace tres semanas, el presidente ruso Vladimir Putin aclaró que “no se trata de si se permitirá o no que alguien utilice estas armas contra Rusia, sino si se permitirán a sí mismos atacar territorio ruso”. Aclaraba que las tropas ucranianas no pueden utilizar estas armas por sí mismas y que “solo lo pueden hacer especialistas de los países de la OTAN, porque necesitan medios de reconocimiento espacial, que Ucrania naturalmente no tiene”. Los especialistas, aseguran las autoridades rusas, utilizarían esos datos para introducir asignaciones de vuelo y realizar otra serie de operaciones. Ante esta eventualidad, el Ministerio de Defensa ruso ya ha analizado previamente cómo podría responder a esos ataques con misiles de largo alcance, y propondrá varias opciones.
Hasta ahora, la administración Biden había restringido el uso de los ATACMS fuera del territorio ucraniano por el riesgo de estas represalias rusas. Sin embargo, la “entrada de Corea del Norte en el conflicto”, junto a la inminente llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, que ha expresado intenciones de negociar una paz sin especificar detalles, ha presionado a la administración actual a reevaluar su estrategia en la fase final de su mandato. Expertos aseguran que lo que trata de hacer la administración saliente es dejarle una situación de escalada al nuevo gobierno, una situación difícil. Con misiles de largo alcance atacando Rusia en profundidad, dificulta cualquier tipo de negociación, y obliga al Kremlin a escalar el conflicto.
Este cambio en la política de EEUU intentaría fortalecer la posición de Ucrania en posibles negociaciones de paz, donde mantener control sobre Kursk sería clave. La Casa Blanca, que ha resistido a largo plazo la provisión de armas de largo alcance, ha encontrado en la “amenaza norcoreana” un motivo para “flexibilizar” su enfoque ofensivo. A pesar de los riesgos, funcionarios estadounidenses han señalado a los medios que la entrada de tropas extranjeras aliadas a Rusia “exige una respuesta decisiva que fortalezca la capacidad defensiva ucraniana sin provocar una mayor escalada del conflicto”. Por el momento, Joe Biden ha evitado hacer declaraciones al respecto en la rueda de prensa que ha ofrecido en su visita en la cumbre del G20 en Brasil.