El ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, utilizó su participación de este martes en la cumbre del G20 en Río de Janeiro (Brasil) como marco para analizar la situación geopolítica global, incluida la guerra en Ucrania. Lavrov acusó a Occidente “de buscar una escalada en el conflicto” tras el ataque con misiles ATACMS en Briansk, subrayando que estos proyectiles “no podrían ser utilizados sin el apoyo técnico y logístico de Estados Unidos”. El delegado del Kremlin lanzó una advertencia al respecto a sus homólogos de la OTAN: “Consideramos que se trata de una nueva fase de la guerra de Occidente contra Rusia y reaccionaremos en consecuencia“.
En el plano diplomático, Lavrov destacó en la declaración final del G20 los conflictos globales más allá de Ucrania, incluyendo Oriente Medio. Según el ministro, el texto refleja “un equilibrio gracias a la insistencia de los países del Sur Global”, ya los intentos occidentales se centrarían “exclusivamente en Ucrania”. Aunque calificó de responsable la negativa alemana de suministrar misiles Taurus a Kiev, criticó al Estado francés por entrenar tropas ucranianas y proporcionar armamento que agrava la confrontación.
Respecto a la doctrina nuclear recientemente actualizada por Moscú, Lavrov la presentó como “un instrumento de disuasión diseñado para prevenir conflictos mayores”, reiterando que Rusia no busca una guerra nuclear. Subrayó que el texto, que refleja políticas similares a las estadounidenses, “debería ser estudiado con atención por Occidente para evitar interpretaciones sesgadas”. Lavrov concluyó reafirmando la posición de Rusia como “promotora de la estabilidad estratégica global”, mientras insistió en que las decisiones recientes del Kremlin responden a “la necesidad de garantizar su seguridad ante la creciente presión internacional”.