Los millennials, nacidos entre las décadas de los 80 y los 90, heredarán una media de 250.000 euros, un 40% más que la anterior generación, los baby boomers. Es un estudio reciente publicado por la Fundación Afi Emilio Ontiveros, que trae a colación un fenómeno internacional que en mundo académico anglosajón ha sido denominado como La Gran Herencia o La Gran Transferencia.
El acontecimiento está estrechamente relacionado con el encarecimiento de la vivienda a nivel mundial y un proceso demográfico en el que una generación numerosa y envejecida con menos descendencia transferirá su patrimonio a los millennials. Sin embargo, este aumento en la herencia no será homogéneo y es prácticamente seguro que intensificará las disparidades socioeconómicas ya existentes. ¿Pero de qué forma?
Según los datos, los baby boomers constituyen alrededor del 30% de la población del Estado español y son la generación con mayor poder adquisitivo, con un considerable patrimonio acumulado, principalmente en bienes inmuebles. La “revalorización” histórica de la vivienda ha sido clave en este proceso: en los últimos 20 años, los precios de la vivienda se han disparado, lo que ha permitido a la generación boomer incrementar su riqueza de forma considerable. De hecho, los hogares de entre 55 y 65 años tienen una riqueza media de 330.427 euros, más del doble que la media estatal de 122.000 euros. Este aumento se debe principalmente a la concentración de activos en el sector inmobiliario, que representa tres cuartas partes de la riqueza de las familias del estado.
Por otro lado, los millennials se enfrentan a un panorama económico muy diferente. Tras dos crisis económicas (la financiera de 2008 y la pandemia de COVID-19), muchos jóvenes se encuentran atrapados en una espiral de salarios bajos, precariedad laboral y un mercado inmobiliario inaccesible. A pesar de que en el futuro heredarán una mayor cantidad de patrimonio, la realidad es que las desigualdades actuales entre generaciones son profundas. La capacidad de ahorro de los jóvenes ha disminuido un 40% desde el inicio de este siglo, según el Banco de España, y muchos jóvenes viven de alquiler en condiciones de gran incertidumbre económica. En este contexto, la gran transferencia de riqueza que se espera para los millennials podría no ser suficiente para paliar las enormes diferencias socioeconómicas que existen actualmente.
El impacto de esta transferencia de riqueza es aún incierto. Aunque algunos expertos sugieren que esta herencia “podría contribuir a reducir la brecha entre generaciones”, otros advierten que, en realidad, la desigualdad social se profundizará. Según un informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), la concentración de la riqueza en las manos de unos pocos podría intensificar las desigualdades dentro de la propia generación millennial. De hecho, las personas con mayor patrimonio heredado se beneficiarán desproporcionadamente de esta transferencia, mientras que aquellos de orígenes más modestos seguirán en desventaja.
El fenómeno de la herencia, además, no solo afecta a las generaciones más jóvenes, sino que también tiene implicaciones para las generaciones de inmigrantes que llegarán al Estado español en los próximos años. Con un 40% de la población entre 45 y 65 años proyectada para ser de origen extranjero en 2042, estos nuevos ciudadanos probablemente tendrán menos acceso a las herencias familiares debido a sus posiciones económicas más precarias. En este contexto, es muy probable que la Gran Herencia aumente la polarización socioeconómica.
Este panorama de desigualdad intergeneracional y entre diferentes ejes sociológicos pondrá en entredicho la capacidad fiscal del Estado español, que ya recibe presiones por parte de Bruselas. Algunos expertos señalan de entrada que, sin una intervención estatal, la concentración de la riqueza podría empeorar a unos ritmos vertiginosos. Otros economistas, más críticos, advierten que aún con una intervención del Estado, seguirá profundizándose la brecha entre quienes heredarán grandes sumas de dinero y quienes se quedarán al margen. En este sentido, son previsibles varias medidas por parte del Estado, como la revisión de los impuestos sobre herencias y donaciones, así como políticas que fomenten la propiedad de vivienda entre los más jóvenes, pero no es seguro que sea efectivo para revertir la tendencia de ampliar la brecha de desigualdad; “como mucho, modificarán el ritmo del proceso”, advierten los economistas más críticos.
En definitiva, aunque la Gran Herencia podría ofrecer una oportunidad para que una fracción de los millennials mejore su situación económica en la vida adulta, las desigualdades estructurales en el acceso a la propiedad y las diferencias de herencia que derivan de ellas podrían seguir perpetuando la concentración de la riqueza en manos de unos pocos.