La República Francesa podría enfrentarse a una crisis política y financiera sin precedentes si no se aprueba el presupuesto para el próximo año antes del 21 de diciembre. El primer ministro, Michel Barnier, se encuentra en un aprieto para asegurar los apoyos necesarios en la Asamblea Nacional, donde su gobierno no cuenta con mayoría. Mientras el bloque de izquierda rechaza sus recortes presupuestarios, la líder de Agrupación Nacional, Marine Le Pen, amenaza con “derribar el gobierno” a menos que se modifiquen ciertos aspectos del proyecto de ley, como la subida de impuestos sobre la electricidad y la demanda de aumento de pensiones. Si el presupuesto no es aprobado, el Elíseo se quedaría sin recursos y seis millones de funcionarios se verían afectados por el cierre de las arcas públicas.
Le Parisien informa de que el gobierno de Barnier ha tenido que ceder en varios aspectos del proyecto presupuestario ante la presión interna y externa. Inicialmente, Barnier propuso un ahorro de 60.000 millones de euros para reducir el déficit presupuestario, pero debido a las exigencias de sus ministros y la falta de apoyo en el parlamento, el proyecto se ha vuelto menos ambicioso. El presupuesto ha sido rechazado en la Cámara de Diputados y, aunque podría ser aprobado en el Senado, aún se desconoce el desenlace. En caso de que Marine Le Pen mantenga su posición y no apoye el proyecto, el gobierno de Barnier podría caer, lo que llevaría a una parálisis política, ya que no es posible convocar elecciones hasta el verano de 2025.
La falta de un presupuesto podría tener consecuencias graves para la economía del Estado francés y su relación con la Unión Europea. Los inversores ya están exigiendo una prima de riesgo más alta para adquirir deuda francesa, y la competitividad del país también se vería afectada. Según las previsiones de Goldman Sachs y la Comisión Europea, la economía del Estado francés “se desacelerará”, con un aumento de solo el 0,7% de la renta nacional el próximo año y un incremento del déficit presupuestario en 2026. En caso de que el gobierno no logre superar esta crisis, el impacto podría extenderse a la zona euro, donde ya hay dificultades. Una crisis financiera en el hexágono junto con la crisis industrial en curso en Alemania, podría poner en jaque la estabilidad de todo el bloque.