China ha logrado sortear las restricciones impuestas por Estados Unidos y sus aliados en la disputa tecnológica por el control de los semiconductores. Entre enero y noviembre de 2024, el gigante asiático importó 501.470 millones de chips, un incremento interanual del 14,8%, según recoge El Economista. Esta tendencia se produce a pesar de que Washington ha intensificado las sanciones, con un aumento previsto de los aranceles del 25% al 50% para 2025 y acuerdos con países como Países Bajos para limitar las exportaciones de tecnología avanzada, como las máquinas de litografía fabricadas por ASML, esenciales en la producción de semiconductores de última generación.
Pekín ha centrado sus esfuerzos en los legacy chips, semiconductores menos avanzados pero fundamentales para sectores clave como automoción, defensa y telecomunicaciones. La Administración Biden considera estos chips una cuestión de seguridad nacional, ya que su disponibilidad impacta directamente en la economía manufacturera estadounidense. Sin embargo, China ha fortalecido sus capacidades importadoras y productivas, incrementando también sus exportaciones de semiconductores un 18,8% en el mismo periodo, alcanzando un valor de 144.700 millones de dólares. Además, el país ha invertido en nuevas fábricas y mecanismos alternativos, incluidas rutas comerciales informales.
La capacidad de China para eludir las sanciones y garantizar su acceso a la tecnología clave supone un desafío directo a la estrategia estadounidense. Expertos señalan que el país ha aprovechado el contexto previo a un posible regreso de Donald Trump a la presidencia, quien ya ha prometido medidas más agresivas en la guerra comercial. Mientras Biden busca coordinar acciones con aliados como Países Bajos y Corea del Sur, China continúa reforzando su posición en el mercado global de chips, consolidándose como un actor central en esta disputa tecnológica.