A más de diez años de su mandato, el presidente chino, Xi Jinping, mantiene su enfoque económico centralizado, confiando en que la expansión industrial y el control estatal son la clave para que China supere a Estados Unidos en poderío económico. Sin embargo, The Wall Street Journal recuerda en un artículo publicado este lunes que el país enfrenta una grave crisis de deuda, exacerbada por una burbuja inmobiliaria que ha destruido billones de dólares en riqueza familiar y una desaceleración en el crecimiento económico. A pesar de la caída de la inversión extranjera y el bajo nivel de confianza del consumidor, Xi sigue apostando por su estrategia de fortalecer el aparato estatal y reducir la dependencia de Occidente, particularmente en sectores clave como los semiconductores.
Si bien lleva la delantera en la competencia comercial mundial, el Gigante Asiático sufre un estancamiento económico que se agrava por la falta de reformas estructurales efectivas, como el fomento del consumo interno, la reestructuración de la deuda local y la recuperación del sector inmobiliario. Mientras que el gobierno ha implementado estímulos económicos, no ha tomado medidas decisivas para resolver estos problemas de fondo. La sobrecapacidad en sectores como el acero y los vehículos eléctricos, y el creciente control estatal sobre la economía, han hecho a China más vulnerable a las tensiones comerciales con los Estados Unidos, cuyo impacto podría empeorar si las tarifas impuestas por el presidente electo, Donald Trump, se materializan.
Pese a los desafíos, Xi se muestra imperturbable y sigue avanzando en su visión de fortalecer la industria china y reducir la dependencia tecnológica del extranjero. Algunos analistas sugieren que la continuación de esta política podría forzar finalmente un cambio hacia un modelo económico más centrado en el consumo interno, en lugar de depender exclusivamente de las exportaciones. Sin embargo, la incertidumbre sobre la capacidad del liderazgo chino para gestionar una guerra comercial renovada con Estados Unidos persiste, ya que la postura intransigente de Xi podría dificultar un acuerdo significativo.