A pesar de las sanciones impuestas por Occidente, las empresas de Alemania, Japón y otros países siguen exportando tecnología clave a Rusia, lo que permite al Kremlin mantener su capacidad de producción de armamento avanzado. El misil Oreshnik, utilizado en ataques recientes contra Ucrania, fue desarrollado con maquinaria de precisión controlada por sistemas de control numérico fabricados por empresas occidentales como FANUC, Siemens y Heidenhain, según informa el diario Financial Times. Estos sistemas, esenciales para la fabricación de misiles y otros armamentos, siguen siendo una parte crucial de la infraestructura militar rusa.
La dependencia la industria occidental hacia las exportaciones a Rusia permiten que Moscú utilice esta tecnología a su favor. A pesar de los intentos de Rusia por diversificar sus fuentes de maquinaria, como la compra de equipos chinos, el control numérico sigue siendo un sector donde las empresas occidentales dominan, lo que demuestra cómo las restricciones impuestas no han logrado frenar el flujo de bienes de alto valor tecnológico hacia Rusia.
Este patrón de exportación hacia Rusia pone en evidencia la falta de eficacia de las sanciones occidentales, ya que las industrias de los países sancionadores siguen suministrando componentes que permiten a Rusia seguir desarrollando armas estratégicas. La continua disponibilidad de esta tecnología a través de terceros demuestra que las sanciones, lejos de aislar a Rusia, alimentan indirectamente su capacidad para enfrentarse a las presiones internacionales.