Japón, el país con la población más envejecida del mundo, enfrenta una creciente escasez de mano de obra, lo que ha llevado a un aumento significativo de personas mayores que se mantienen activas laboralmente. Según recoge un artículo de El Mundo, los últimos informes oficiales japoneses indican que uno de cada siete empleados en Japón es mayor de 65 años. A medida que la tasa de natalidad sigue cayendo y la economía se ve presionada por la falta de trabajadores jóvenes, los jubilados han tenido que continuar en el mercado laboral para complementar sus pensiones, que en muchos casos no alcanzan para cubrir sus necesidades básicas.
En distritos como Akihabara, conocido por ser un centro de electrónica en Tokio, es común ver a ancianos realizando labores como patrullar las calles o limpiar el área. Además, en zonas más exclusivas como Ginza, se observa a personas de avanzada edad trabajando en supermercados o ayudando en la construcción. Muchos de ellos reconocen que sus pensiones no son suficientes, por lo que deben trabajar para poder subsistir.
Según el Ministerio de Bienestar de Japón, alrededor de 9,14 millones de personas mayores de 65 años están dentro del mercado laboral, lo que representa aproximadamente el 29,3% de la población total. La creciente demanda de mano de obra ha llevado a que cada vez más empresas “permitan” que sus empleados trabajen hasta los 70 años o más. Según datos del Foro Económico Mundial de 2023, el 40% de las companías japonesas habían contratado a trabajadores mayores de 70 años en 2022.
En sectores como la construcción y el comercio minorista, los trabajadores mayores representan un 10% de la fuerza de trabajo. Ante la falta de cuidadores en residencias de ancianos, el gobierno también impulsa el uso de “robots enfermeros”, con la previsión de que para 2040 se necesitarán 2,4 millones de cuidadores, un desafío adicional para el envejecido Japón.