El ministro de Relaciones Exteriores de Sudán, Ali Youssef Ahmed al-Sharif, confirmó en Moscú que su país y Rusia están en “completo acuerdo” para la construcción de una base naval rusa en la costa sudanesa del Mar Rojo. “No hay obstáculos” para la implementación del proyecto, declaró tras reunirse con su homólogo ruso, Serguéi Lavrov, según informó The Guardian.
El acuerdo original, firmado en 2020, permitiría a Rusia estacionar hasta cuatro buques de guerra, incluidos algunos con propulsión nuclear, en territorio sudanés durante 25 años. Sin embargo, la inestabilidad política y la guerra civil iniciada en 2023 han retrasado su puesta en marcha. La presencia de la red de mercenarios rusos Wagner en el conflicto ha complicado aún más la relación entre ambos países, con Rusia brindando apoyo tanto al ejército sudanés como a las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF).
Moscú ha reforzado su respaldo al gobierno sudanés en los últimos meses. En abril de 2024, el viceministro de Relaciones Exteriores ruso, Mijaíl Bogdánov, prometió apoyo militar “sin límites” al ejército de Sudán, y Rusia ha utilizado su poder de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU para bloquear resoluciones que buscaban “un alto el fuego con fines humanitarios”. “Rusia estaba jugando en ambos bandos”, afirma Samuel Ramani, analista del Royal United Services Institute, citado por The Guardian.
El ejército sudanés ha logrado avances recientes contra las RSF y se muestra confiado en obtener una victoria definitiva”, mientras que Estados Unidos ha impuesto sanciones a su líder, Abdel Fattah al-Burhan, por rechazar negociaciones de paz. Diferentes estados del mundo siguen atentos a la evolución del conflicto, que ha provocado una de las peores crisis humanitarias del mundo, con millones de desplazados y señales de hambruna en varias regiones de Sudán.
El anuncio del avance en el acuerdo con Rusia se produce en un contexto de incertidumbre geopolítica para Moscú. La reciente caída del gobierno de Bashar Al-Assad en Siria ha puesto en duda la viabilidad de la base naval rusa en Tartus, en el Mediterráneo oriental. Con la nueva instalación en Sudán, Rusia busca consolidar su presencia militar en África y asegurar su influencia en una de las rutas comerciales más estratégicas del mundo.