El 27 de febrero, una serie de explosiones interrumpieron un mitin en la ciudad de Bukavu, en el este de la República Democrática del Congo (RDC), causando la muerte de al menos 13 personas y heridas a decenas más. El evento, que se celebraba en la Plaza de la Independencia, contaba con la presencia de uno de los líderes del grupo armado M23. La versión del gobierno congoleño sostiene que tropas rwandesas y milicias del M23 lanzaron cohetes y granadas contra la multitud. Según el Ministerio del Interior del Congo, “el ejército de Ruanda y sus proxys bombardearon y dispararon munición real contra la población civil”, aunque no se ha recibido respuesta inmediata por parte de las autoridades de Kigali.
Por su parte, Corneille Nangaa, líder de una coalición militar que incluye al M23, acusó al presidente congoleño Félix Tshisekedi de ser responsable del ataque. Nangaa afirmó que las granadas utilizadas coincidían con las de las fuerzas armadas de Burundi, aliadas del ejército congoleño. Esta acusación fue rechazada por un portavoz del ejército de Burundi, quien negó la presencia de sus tropas en Bukavu, aunque no se abordó la cuestión de las granadas.
En respuesta al ataque, los residentes de Bukavu se organizaron rápidamente para donar sangre, ya que los suministros del hospital local estaban agotados. Según una fuente médica, 68 personas fueron tratadas por heridas graves, mientras que el Ministerio del Interior de la República Democrática del Congo informó que casi 100 personas resultaron seriamente heridas. Mientras tanto, las tensiones continúan aumentando en el este del país, donde los combates entre las fuerzas congoleñas, el M23 y la intervención de actores externos como Ruanda y Burundi siguen dejando un saldo de muertos y desplazados.