La lucha del último comedor solidario que queda en Ciudad de Gaza

Cientos de palestinos, la mayoría niños, dependen a diario de un pequeño comedor en plena crisis humanitaria y bloqueo, mientras la malnutrición y el hambre amenazan al enclave.

Imagen de archivo de palestinos esperando en un comedor de Gaza.
Foto: @mhdksafa (X)

En Ciudad de Gaza, el único comedor solidario remanente lucha por alimentar diariamente a cerca de un millar de personas, bajo la amenaza de la grave escasez de alimentos causada por el bloqueo y las bombas que lanza a diario el Estado genocida de Israel.

El modesto comedor, formado por cuatro paredes hechas con estructuras metálicas, mallas de plástico y alambres, solo logra cubrir las necesidades de unas 300 personas en la práctica, debido a la falta de insumos. Mensualmente, en jornadas “buenas”, se pueden cocinar hasta 40 ollas de comida, pero en días críticos apenas logran preparar entre 10 y 17, explica ante EFE Ryad Saadat, trabajador del centro.

En la entrada, cientos de palestinos famélicos se agrupan empujándose con ollas y baldes vacíos, mientras en el interior se preparan cacerolas de sopa de patatas o lentejas—comidas que no alcanzan para todos y que en algunos días incluyen un poco de arroz.

Coinciden testimonios como el de Hanadi Abeid, madre de seis hijos, quien relata que sus niños apenas reciben unas pocas lentejas y mucha agua. La falta de acceso a mercados y el aumento de precios —un kilo de harina puede costar hasta 38 euros— agravan la situación. Además, el miedo a los ataques limita la posibilidad de los habitantes para acercarse a puntos de distribución de ayuda internacional custodiados por tropas de ocupación israelíes.

La Organización Mundial de la Salud y fuentes médicas de Gaza reportan un alarmante aumento de muertes provocadas por hambre y desnutrición, especialmente entre niños. En las últimas 24 horas, el Ministerio de Salud gazatí ha notificado que el hambre inducido por la entidad sionista ha causado 18 muertes, y en lo que va de 2025, suman 76 niños asesinados de hambre.

La dependencia a los comedores solidarios es cada vez mayor y estos centros se ven desbordados frente a la creciente demanda en medio de restricciones severas a la entrada de suministros de alimentos declaradas en marzo por las fuerzas ocupantes.

Organizaciones solidarias internacionales, como las donaciones enviadas desde Turquía, sostienen la operatividad del comedor por debajo de lo mínimo, pero la crisis requiere un aumento significativo de apoyos. En la Ciudad de Gaza, donde vive una población de 2,1 millones, el comedor es un símbolo de resistencia frente a la amenaza de hambruna y un llamado urgente para la inerte “comunidad internacional” a intervenir y aliviar el sufrimiento del pueblo palestino, un pueblo que sigue ayudándose y protegiéndose colectivamente bajo las condiciones más extremas que el ser humano puede padecer.